Han pasado ya dos semanas desde la inauguración del Teatro del Bicentenario. Tiempo suficiente como para tranquilizar ánimos y hacer un diagnóstico más pensando en el futuro. 

Creo que hay tres aspectos para analizar. El primero es la infraestructura, la obra del teatro en si, que hoy es un lujo para cualquier provincia argentina y que debemos cuidar. Queda por verificar si la acústica es tan buena como la del Auditorio Juan Victoria. No se ha podido apreciar esta cualidad aún quizás porque quedan por finalizar detalles o mejorar la configuración escénica para poder apreciar las bondades del sonido en toda su posibilidad. Dejamos el crédito abierto. 

El segundo aspecto ha sido el espectáculo previo a la inauguración. Me pareció fuera de lugar y para nada relacionado con la inauguración de un teatro lírico. El espectáculo podría haber servido para la Fiesta del Sol, para inaugurar un dique o para inaugurar el Túnel de Agua Negra. En las proyecciones sobre el frente del Teatro quizás se podían haber proyectado escenas líricas, imágenes de famosos cantantes o alegóricas de óperas famosas por lo menos para recordar que estábamos en la inauguración de un teatro lírico, de música sinfónica o danza. Los bombos, el muñeco y los artistas que actuaron en altura no resultó adecuado para la inauguración. Cabe mencionar que todos los entrevistados por canales de TV en la función inaugural tenían clarísimo la función y el objetivo del teatro. Desde el exgobernador Gioja hasta otros miembros de la sociedad sanjuanina al ser entrevistados hablaban de teatro lírico. 

Finalmente el tercer aspecto es lo ocurrido dentro del propio teatro. La elección de Cármina Burana no fue feliz desde varios puntos de vista. Comencemos diciendo que no es una ópera como oficialmente se indicaba en afiches. El aspecto anti religioso de la obra especialmente anti cristiano no la hacen adecuada para la inauguración de un teatro solventado con fondos de personas de diferentes credos. La sociedad sanjuanina tiene su idiosincrasia y hay que tratar de respetarla. Un buen Barbero de Sevilla, una Aída, una Traviata hubieran sido más que adecuadas. Carl Orff autor de la música es prácticamente un desconocido musicalmente hablando para el gran público y no está para nada a la altura de un Verdi, Puccini, Rossini, Mozart, Beethoven o muchos otros que nos deleitan con sus melodías. 

Finalmente, la falta de traducción simultánea hizo que el público en general en su gran mayoría no entendiera nada. Para ellos va la traducción de la apertura de Cármina Burana: O Fortuna. 

"Oh Fortuna, variable como la Luna como ella creces sin cesar o desapareces.  

¡Vida detestable! Un día, jugando, entristeces a los débiles sentidos, para llenarles de satisfacción  
al día siguiente. La pobreza y el poder se derriten como el hielo ante tu presencia.” 

Finalmente deseo recordar que la apertura del Teatro Colón el 25 de mayo de 1908 con la representación de Aída, de Giuseppe Verdi, fue fuertemente criticada. La crítica fue mala adjudicándole la responsabilidad a la falta de ensayos y el apuro por la inauguración. Luego el Teatro Colón se convirtió en el más importante teatro lírico de América latina. 

El Teatro del Bicentenario tiene el crédito abierto. Creo que la temporada 2017 de la Fundación de la Ópera de San Juan en ese escenario será un factor importante en el despegue artístico del teatro y que junto con las producciones contratadas por el propio teatro le permitan a San Juan generar un espacio lírico y musical propio. 
 
Orlando Hugo Levato, Doctor en Astronomía e Investigador del Conicet.