Al evocar mayo de 1810, que marca el nacimiento de nuestra patria libre, no podemos dejar de recordar que esa fecha enmarcada en el alma y en el sentimiento de la argentinidad sintetiza la unidad en el ideal de Mayo con los principios liberales, democráticos, republicanos y federales que alentaron siempre al seno de la sociedad argentina.

En estos tiempos modernos rondan también diversos interrogantes y la ineludible pregunta qué se entiende por nación, palabra de origen latino, derivada de "nacer”. La nación designa al conjunto de personas y familias que poseen características comunes que los identifican en forma particular diferenciándolos de otros grupos humanos similares. Algunos de estos elementos son biológicos, otros culturales, y los más importantes, puramente espirituales.

En nuestro corazón, esta referencia de nación es la conservación de los bienes espirituales y materiales que hemos recibido de nuestros antepasados. Esos bienes heredados forman la tradición, que no debe confundirse con la historia. La tradición se trasmite de generación en generación para que cada una de ellas cumpla con la responsabilidad de acrecentarla y desarrollarla. El sentimiento de lo pasado define el concepto de nación y constituye la raíz y fundamento de los hechos que concretarán su futura grandeza.

La nación como los ciudadanos que la forman, no se improvisa; es el resultado de un largo proceso histórico de devoción, esfuerzo y cultura.

Las grandes creaciones individuales en el arte, en la religión, en la moral, en el deporte o en la literatura, siempre llevan el sello o carácter nacional que nos une en un fondo común de creencias, de sentimientos, de aspiraciones, de costumbres e idioma. El elemento fundamental de la nación es la conciencia histórica que da el pasado común y la solidaridad de un presente por el que debemos trabajar para lograr un futuro mejor y feliz.

La mayoría de los componentes de una nación pertenecen a la misma raza, hablan el mismo idioma, practican la misma religión, tienen similares costumbres, están unidos por la misma historia, comparten la misma cultura, y sobre todo, se reconocen integrantes de un mismo grupo humano y comprometidos en un mismo destino. Esta convicción de saberse integrantes de una misma familia, empeñados en una tarea en común, constituye el llamado "espíritu nacional”.

El bienestar y progreso de la nación depende del espíritu de trabajo de sus ciudadanos y de sus virtudes morales y cívicas, antes que de la iniciativa y de la obra de los gobiernos o el poder político. Ojalá esas tradiciones a las que aludimos, estén presentes en nuestros hogares y en nuestras vidas con la vivencia trasmitida en las tertulias hogareñas en la que debe estar presente, no sólo el alimento y las comidas criollas tan excepcionalmente exquisitas y típicas sino también los colores patrios y la referencia sobre las luchas y hazañas de nuestros antepasados.