Estamos a menos de un mes del cierre del período lectivo. Probablemente muchos alumnos deberán hacer un esfuerzo titánico para salvar el año. Otros, querrán poner el resto de sus energías, en las pruebas y exámenes finales para mejorar sus promedios. Hoy los alumnos se llevan entre cinco a seis materias. No es extraño, lamentablemente, que la Ley Federal de Educación los acostumbró a tener muchas oportunidades de evaluación. Si no era antes o después, siempre se podía aprobar. Pero el escenario cambió. No por ello, dejaron de tener otras opciones que los hicieron creer que era posible aprender en un par de días o semanas, lo que no se aprendió en un año.

Muchos especialistas coinciden en que cada vez los alumnos se llevan más materias a rendir, especialmente en los primeros años del secundario. Por lo general, el alumno tiende a minimizar la situación, hasta que se da cuenta de que no es tan fácil aprobar en tiempo récord. No se trata de cantidad de oportunidades que tengan, sino que la única forma posible de aprobar y pasar de curso es estudiando. A esto, los alumnos no lo entienden, pero los papás tampoco.

Algunos padres creen que invirtiendo en profesores particulares tienen garantizado el año con la aprobación de los exámenes. Pero no es así. ¿Qué deben hacer los padres para que los chicos y jóvenes no lleguen a esta situación? Indudablemente acompañarlos y controlar periódicamente su rendimiento a fin de generar hábitos de estudios. Es la cultura del esfuerzo lo que hay que inculcar. Por otro lado, no podemos negar que muchos jóvenes no desean estudiar, sin comprender que es fundamental para moverse en un mundo en permanente cambio. Creer que "googleando" se soluciona todo, no lo es. La escuela, brinda las herramientas necesarias para analizar y juzgar cualquier información y determinar si es correcta o no. Los hijos piensan, especialmente en el nivel secundario que como no los cuestionan, son padres "piolas” y confiados, pero eso es un gran error. Los adolescentes no tienen criterio todavía para determinar qué les hace bien o qué les hace daño. Hay que preocuparse por ellos todos los días.

La tendencia a contratar acompañamiento escolar crece. Maestros y profesores admiten que cada vez más chicos recurren a ellos, especialmente en diciembre, febrero y al finalizar cada trimestre. Por otra parte, según algunas encuestas los padres admiten que prefieren pagar para que el chico se prepare lo mejor posible y apruebe. Tampoco es garantía, si el alumno no estudia. En muchos casos los alumnos se presentan a rendir sin saber nada de la materia, por si la suerte los ayuda. Además sólo, no llega a ver todo el programa de cinco o seis materias. Hoy se cuenta con el apoyo de preparación gratuita a través del Ministerio de Educación de la Provincia, quien otorga clases de apoyo en diversas asignaturas y en escuelas cabeceras. El alumno debe comprender que estudiar es un trabajo. Pero para ello, es necesario la familia, fuente de energía y amor. Escuela y familia, deberían ser una pareja inseparable.

 

Por Yolanda Quiroga  –  Especialista en Educación.