El ex ministro de Comunicación venezolano, César Izarra, invitado a un programa de CNN en Español del que participó en teleconferencia, acusó a la televisora estadounidense de practicar un "periodismo pornográfico” al difundir "Los Guardianes de Chávez”, un trabajo que critica al gobierno por entregar armas a paramilitares y milicias urbanas, tolerar a grupos guerrilleros y de ser ineficaz para reducir los índices de criminalidad.

Izarra, ahora presidente de Telesur, una cadena de noticias y propaganda que Hugo Chávez ideó en 2005 para neutralizar a televisoras "imperialistas” de EEUU y Europa, desacreditó a su entrevistador, se burló a carcajadas fingidas de otros interlocutores por los datos "exagerados” sobre violencia y la falta de balance sobre el gran logro estructural del gobierno: la reducción de la pobreza y la desigualdad. Pero como el debate estaba enfocado sobre el incremento progresivo de la violencia desde que Chávez asumió hace más de una década, Izarra, sin argumentos, apeló a su histrionismo habitual mofándose del "sesgo informativo” de una cadena "cada vez más decadente”.

Si bien en el programa se admitió que CNN puede ser sesgada en su criterio editorial, dista mucho de los estándares propagandísticos de Telesur, una TV gubernamental que ejerce un activismo político militante, en la que sus periodistas intimidar a quienes identifican como adversarios o halagar a quienes consideran partidarios. Para muestra sirve la entrevista que Izarra y otros informadores hicieron hace poco a Fidel Castro en La Habana. En una reverenciada puesta en escena, sin cuestionar nada, adularon al entrevistado que se despachó sobre el inminente holocausto nuclear que se cierne sobre Irán, criticó a Colombia y elogió a Wikileaks por revelar los secretos de EEUU en Afganistán. Si hubiese estado presente un periodista real, al menos le habría preguntado por aquellos periodistas -ahora en el destierro-, que sufrieron siete años de cárcel por haber "revelado secretos de Estado” a potencias extranjeras: la catástrofe económica o la desigualdad entre cubanos y turistas.

Pero así como Izarra ve en la crítica informativa solo propaganda, su óptica cambia radicalmente cuando del otro lado se alaban los logros de la revolución, como es el caso de "Al Sur de la Frontera”, un documental en el que Stone defiende la transformación social que en Sudamérica encarna Chávez, y lideran en sus países Evo Morales, Lula da Silva, Cristina y Néstor Kirchner, Rafael Correa y Fernando Lugo, quienes solo buscan la independencia económica y política del imperio y desterrar décadas de consumismo y degradación moral.

Stone piensa que en Venezuela hay libertad de prensa. Argumenta que la gente puede gritar y patalear contra el régimen, pero olvida que quien lo hace sufre represalias. Que existen listas negras de personas que por hablar pierden el trabajo, que el Poder Judicial manipula la justicia, que el Electoral las elecciones y que más de 50 medios fueron clausurados.

Como guardianes del sur, Izarra y Stone consideran que toda información que critica a Chávez es propaganda y que todo dato que ellos generan tiene la misión de equilibrar el sesgo informativo mundial. Sin embargo, un pequeño detalle revela la incongruencia de su prédica. Mientras "Al Sur de la Frontera” se ve libremente en todas partes, "Los Guardianes de Chávez” sigue restringida, emitida sólo por CNN en la limitada señal por cable que reciben algunos venezolanos.