Las relaciones entre el Gobierno y el sector del campo parecen agudizarse a medida que transcurre el tiempo. El jefe de Gabinete, Aníbal Fernández, afirmó que la ley de emergencia agropecuaria votada por el Senado era de "pésima factura" y que por eso la presidenta Cristina Fernández la tuvo que vetar. Se refería en concreto a la suspensión del pago de retenciones aprobado por unanimidad en el Congreso para 22 partidos bonaerenses y la reducción a la mitad en ese tributo para otros 15 distritos de la provincia. Los legisladores kirchneristas en su confusión y anhelo de aprobar todo lo que presenta el Poder Ejecutivo, votaron positivamente un proyecto que no habían leído y que iba en contra de uno de los principales dogmas de su tan mentado "modelo", por lo que la Presidenta tuvo que vetarlo.

En realidad, debido al veto presidencial de la ley, los chacareros no sólo tendrán que pagar retenciones por lo poco que hayan recolectado, sino que también abonarán el resto de los impuestos que la emergencia agropecuaria los eximía de pagar. En rigor, estarán peor y se agudizará la crisis por la que está atravesando el campo desde hace tiempo.

En el marco de este sombrío panorama tiene lugar el séptimo paro del campo contra la gestión de Cristina Kirchner, el que se extenderá hasta el próximo viernes con un cese de comercialización de granos y hacienda.

La reanudación del conflicto, tras la tregua generada por el diálogo, es un efecto no visto de mal agrado por el ex Presidente Néstor Kirchner, líder del oficialismo. Su personalidad política lo lleva a redoblar la apuesta tras cada retroceso.

Desde que el campo desafió su poder, en marzo del año pasado, y lo derrotara políticamente a través del voto de Julio Cobos en el Senado, para el ex presidente vencerlo no es solo un objetivo político sino una necesidad para reconstruir el poder.

Al haber fracasado el diálogo y producirse el veto, al campo no le ha quedado otra alternativa que reanudar la protesta, la que podría llegar a intensificarse próximamente.

El conflicto del año pasado mostró que la clave del éxito alcanzado no estuvo en los cortes sino en la movilización. Las grandes concentraciones realizadas en mayo en Rosario y en julio en Capital Federal, fueron sus verdaderas claves. Pareciera que, lamentablemente, al haber fracasado el diálogo, es la movilización lo que puede llegar a determinar nuevas victorias al campo.