María Barro, una trabajadora doméstica de 65 años, en Buenos Aires, compra unos pocos dólares cada mes con su salario en pesos para protegerse de la persistente inflación de Argentina, que supera el 100% anual, y la constante devaluación de la moneda local. El peso está ahora en la mira del candidato presidencial que aparece favorito en las encuestas, el libertario Javier Milei, quien ha prometido eliminar el Banco Central y dolarizar la economía, la tercera más grande de América latina. Milei, que enfrenta una reñida e incierta batalla con dos candidatos políticos más tradicionales de centroderecha y centroizquierda en la votación del 22 de octubre, señala a ahorristas como Barro que, cuando pueden, acaparan dólares a pesar de los estrictos controles de capital. Barro comenzó a comprar dólares en mercados paralelos en 2022, cuando con 2.000 pesos obtenía unos 10 dólares. Ahora le alcanzan para 2,70 dólares.
El plan de dolarización de Milei ha dividido la opinión: sus partidarios argumentan que es la solución a una inflación cercana al 115%, mientras que sus detractores dicen que es una idea poco práctica que sacrificaría la capacidad del país para fijar tasas de interés, controlar el dinero en circulación y ser prestamista de última instancia.
"Último recurso"
La dolarización se ha intentado en otros lugares, generalmente reemplazando la moneda local por dólares a un tipo de cambio fijo o interviniendo en los mercados para "vincular" la moneda local al dólar. El banco central pierde de ese modo su función de fijar la política monetaria, pero a menudo se lo mantiene para encargarse de tareas técnicas y administrativas como la gestión de reservas y los sistemas de pago.
Argentina vinculó su peso al dólar en 1991, aunque se vio obligada a abandonar ese programa una década después en medio de una crisis. Bolivia tiene una paridad con el dólar y Venezuela una economía impulsada casi por el dólar, mientras que Ecuador, El Salvador y Panamá utilizan oficialmente el dólar. Sin embargo, la economía argentina, de 650.000 millones de dólares, sería el mayor experimento global de dolarización.
Según una encuesta de fin de agosto de la consultora D’Alessio IROL publicada el lunes, el 50% de los argentinos se opone a la dolarización, mientras que solamente un 25% la considera deseable y posible.
Argentina atrae dólares como un importante país exportador de soja, maíz y carne vacuna. Tiene enormes reservas de litio para baterías eléctricas y una de las formaciones de petróleo y gas de esquisto más importantes del mundo en Vaca Muerta.
Por otro lado, el Gobierno mantiene un programa de crédito por 44.000 millones de dólares con el Fondo Monetario Internacional (FMI), lo que significa que la formulación de políticas económicas a menudo conlleva condiciones. Milei habló con el FMI en agosto y la dolarización fue parte de la discusión. Si bien el FMI no ha comentado nada sobre el plan, muchos expertos lo ven como una medida drástica.
Dólares debajo del colchón
Mark Sobel, un veterano funcionario del Tesoro estadounidense que ahora trabaja en el grupo de expertos en políticas OMFIF, dijo que la dolarización significaba que las autoridades perderían la capacidad de emitir dinero para financiar al Gobierno, lo que "aumentaría la vulnerabilidad del sistema financiero".
En cambio, dijo que el Banco Central necesitaba dejar de imprimir dinero para financiar el Tesoro y reducir su déficit fiscal.
Para muchos, el problema es que el amor de los ahorristas argentinos por el dólar es casi imposible de deshacer por las reiteradas crisis que sufrió el país y la conversión forzosa de los depósitos en dólares a pesos hace 20 años. Ahora muchos optan por esconder sus ahorros en divisas en el extranjero o debajo del colchón. Una cifra ampliamente citada basada en datos oficiales del Gobierno sugiere que los argentinos tienen unos 371.000 millones de dólares en activos en dólares, gran parte de ellos fuera del sistema financiero formal.
Facundo Martínez Maino, un economista que trabajó en el plan económico de la candidata a presidente Patricia Bullrich, dice que apoya la formalización de un sistema "bimonetario" que, de hecho el país ya tiene de manera informal.
- "Falta de confianza en la moneda nacional"
En el centro financiero y turístico de Buenos Aires, hay carteles con precios en dólares junto con precios en pesos, a menudo a la cotización informal, que han florecido durante años de estrictos controles de capital que restringen el acceso normal al mercado de divisas. Los precios suelen ser difíciles de seguir. Algunas cosas ya están vinculadas al dólar como propiedades y automóviles.
Claudio Loser, exdirector del FMI para el hemisferio occidental, dijo que dolarizar internamente de la noche a la mañana sería un "terrible shock" para la economía, ya que los tenedores de pesos los cambiarían a un tipo de cambio muy alto, diluyendo drásticamente sus ahorros.
El efectivo en circulación y los depósitos de Argentina se traducen en unos 17.500 millones de dólares al tipo de cambio oficial, u 8.400 millones de dólares al tipo de cambio de la calle. Para los tenedores de bonos argentinos en dólares, una caída esperada en la prima de riesgo probablemente se traduciría en ganancias en papel más allá de los rendimientos actuales, superiores al 21%.
Por Marc Jones, Eliana Raszewski y Rodrigo Campos
Agencia Reuters