Los candidatos ganadores de la primera ronda de las elecciones presidenciales de Chile, el ultraderechista José Antonio Kast (izq.) y el izquierdista Gabriel Boric.

 

Muchos dicen que Chile, el país más exitoso de América latina en las últimas décadas, se ha suicidado políticamente tras la victoria de dos extremistas -uno de derecha, y el otro de izquierda- en la primera vuelta electoral del pasado domingo 21 de noviembre. Pero, en realidad, el panorama no es tan sombrío. Hay varias razones por las que tanto el candidato de extrema derecha José Antonio Kast como el candidato de extrema izquierda Gabriel Boric van a tener que dar un giro hacia el centro para ganar la segunda vuelta electoral del 19 de diciembre. No es casualidad que el mercado de valores de Chile se disparara un 10% el día después de las elecciones. Hace sólo unas semanas, Chile parecía encaminarse hacia un futuro de inestabilidad política y un colapso económico. El modelo chileno parecía estar condenado a muerte tras el estallido social del 2019. Los disturbios, que dejaron 29 muertos y casi 2.500 heridos, llevaron a la elección de una Asamblea Constituyente dominada por la izquierda que está redactando una nueva Constitución. Pero tras las elecciones del 21 de noviembre, hay menos posibilidades de que Chile tire por la borda las bases de su modelo económico de libre mercado. Aunque requieran correcciones, las políticas económicas de Chile han permitido reducir la pobreza más que cualquier otro país latinoamericano.

La principal razón para ser optimistas tras las elecciones del 21 de noviembre es que los dos candidatos extremistas que ganaron sacaron conjuntamente apenas el 54% de los votos, lo que significa que ambos necesitarán votos centristas para ser electos. Ahora, para ganar la segunda vuelta, tanto Kast como Boric deberán ir tras los votos moderados. Kast, de 55 años, un ferviente católico y padre de nueve hijos, tendrá que moderar sus posturas ultraconservadoras sobre el aborto y el matrimonio igualitario, y tendrá que hacer un rechazo más categórico de la dictadura de Pinochet. Y Boric, un ex líder estudiantil de 35 años, tendrá que reconsiderar su propuesta de indultar a los arrestados en los disturbios del 2019, y condenar más contundentemente a las dictaduras de Cuba, Venezuela y Nicaragua, aunque eso no le guste a sus aliados del Partido Comunista. Más importante aún, independientemente de quién gane, el próximo presidente no tendrá mayoría en el Senado y se verá obligado a negociar con los partidos de oposición. El nuevo Senado que acaba de ser electo estará dividido en 25 bancas de derecha, y 25 de izquierda.

"Los dos candidatos extremistas que ganaron sacaron conjuntamente apenas el 54% de los votos, lo que significa que ambos necesitarán votos centristas para ser electos".

"Aquí se produjo un equilibrio", me dijo el ex presidente de Chile, Eduardo Frei, en una entrevista. Tras señalar que antes del 21 de noviembre parecía que el país se estaba moviendo hacia la extrema izquierda. Hay otro motivo de esperanza, que es que la Asamblea Constituyente está perdiendo popularidad, lo que reduce las posibilidades de que pueda aprobar una Constitución de corte chavista que logre sobrevivir un plebiscito nacional.

Si el tema central en la mente de los votantes sigue siendo la inseguridad, Kast lleva las de ganar. Pero la buena noticia es que, independientemente de quién gane, el próximo presidente estará restringido por una fuerte oposición en el Senado. Tal como me dijo Frei, el próximo presidente chileno no podrá hacer ninguna locura.