Hasta hace poco, cuando se instaló en la opinión pública el recambio presidencial en Uruguay, nadie dudaba que el gobierno de izquierda encabezado por José "Pepe” Mujica ganaría las elecciones de 2014, que se celebran hoy. Parecía una obviedad reconocer los logros alcanzados por una nación que ha ganado consideración en el plano internacional gracias a una economía que creció en los últimos cuatro años un 5,5% en promedio, que redujo la pobreza de un 34% en 2006 al 11,5% del año pasado, y desocupación del 6%, un mínimo histórico, además de que el 10% del PBI lo represente el turismo.

Con estas cifras no sorprenden las crecientes inversiones extranjeras y la alta demanda de los bonos uruguayos en los mercados financieros. El pragmatismo parece ser la clave del éxito de un gobierno de izquierda con una política económica ortodoxa, lejos de las tentaciones populistas, pero sí con medidas redistributivas que logran mezclar economía de mercado con componentes sociales.

Pero gran parte de los 3,4 millones de habitantes de la sociedad uruguaya duda de vivir en un "paraíso” y menos acepta algunos hechos de Mujica, tales como la legalización de la marihuana, el matrimonio homosexual, la acogida de refugiados sirios y el asilo a presos de Guantánamo, aunque esto haya ubicado a Uruguay en el consenso internacional. Por eso el electorado busca un cambio y de allí la disputa entre Luis Alberto Lacalle Pou (41), un joven candidato de centro-derecha, que pretende arrebatarle el gobierno a la coalición del Frente Amplio, que lleva como candidato a Tabaré Vázquez (74), que ya ocupó la Presidencia entre 2005 y 2010 y aspira a continuar la gestión de Mujica, imposibilitado de ser reelecto. El resto de los partidos sólo tendrá incidencia en las urnas en una segunda vuelta, el 30 de noviembre próximo, como se pronostica.

Lacalle Pou, el joven candidato de centro-derecha, ha conseguido un empate técnico en las encuestas gracias a una campaña inteligente. No arremetió con descalificaciones contra el Frente Amplio, sino por el contrario, reconoce que muchas cosas que ha hecho Pepe Mujica están bien, pero que él quiere profundizarlas. Y pone el dedo en aspectos que realmente están reclamando los uruguayos: mejor educación y garantizar la seguridad pública. Y aboga porque Uruguay se abra del Mercosur para tener más comercio con pesos pesados, como la Unión Europea, Estados Unidos y la Alianza del Pacífico.