Faltan tres semanas para las elecciones de medio término y ya están en la calle los lemas principales de campaña. Ha llamado la atención que el oficialismo haya elegido la palabra "Sí". En notas anteriores hemos venido haciendo notar la severa dificultad del gobierno nacional para armar una historia que inspire a votar a sus candidatos. ¿Razones? La principal, falta de credibilidad de la figura central, el presidente Fernández. La credibilidad es condición necesaria para armar un relato, para mostrar un sendero a seguir, un objetivo a lograr. Si es por enunciar cosas buenas cualquiera de nosotros podría hacerlo, la felicidad del pueblo, la eliminación de la pobreza, producción, trabajo, solidaridad, educación, vivienda… pero nos estaría faltando que la gente creyera que seríamos capaces de realizar lo que proponemos, el toque de fe que los líderes transmiten a sus seguidores, ese fuego que debe encender desde abajo como diría Larralde.

La credibilidad es condición necesaria para armar un relato, para mostrar un sendero a seguir, un objetivo a lograr. 

Esa carencia, ese extremo grado de dificultad parece ser lo que ha llevado a encontrar como única vía la confrontación. ¿Con quién? Ya no hay figuras personales, se abandonó por falta de resultados la del expresidente Macri, ahora son simplemente todos los otros, los que no son el Sí, empresarios, comerciantes, FMI. Un asesor español ha descubierto que el sí es positivo y que todo lo positivo es bueno. Al apropiarme del sí, dejo a todos los otros del lado del no. ¿Parece genial, verdad? No lo es tanto. El sí y el no dan idea de un plebiscito y el plebiscito es algo que por lo general convoca quien está alto en la consideración popular, quien tiene, aunque sea por un momento, una posición dominante. Que convoque quien está abajo y acaba de perder una primaria es raro, muy raro. Estar arriba tampoco es garantía de triunfo, le fue mal a Leopoldo Bravo cuando convocó a una reforma de la Constitución provincial y terminó regalando bancas a radicales que ni siquiera tenían traje para ir a la Cámara. No les ha ido bien ni a Piñera con la reforma de la Constitución de Chile ni a al ex Primer Ministro David Cameron del Reino Unido con el Brexit, ambos perdieron proponiendo un sí que terminó siendo no. Hablando de Chile, había ocurrido lo mismo con otra reforma que propuso Pinochet en 1988 para quedarse otros 10 años como dictador, ya llevaba 15. En aquel momento, los publicistas de la Concertación buscaron poner al frente opositor un gran "NO" y de fondo cosas positivas como un arco iris, un rostro de felicidad, una familia en el campo… la esperanza y el futuro estaban representados en el no. Transformaron un no en un sí. Al inicio, gran conflicto porque los más radicales preferían imágenes de torturas y muertes que hubieran estado justificadas pero que no servían al lenguaje televisivo ni a la necesidad de mostrar un futuro deseable para los votantes. Que el sí es positivo y el no negativo no es un gran descubrimiento, sin embargo hay cosas a las que debemos decir no y estamos haciendo algo positivo y a veces decimos sí a algo que termina siendo negativo. Hemos asentido pero estamos haciendo una mala obra. El sí y el no parecen absolutos, pero son relativos, dependen del contexto. Tanto el sí como el no suelen ser impostores en nuestra vida, tanto que a veces resulta difícil saber cuál es cuál y quién es quién, si se refiriera a personas. En esta campaña, uno ve las imágenes y testimonios del sí del gobierno y parece una campaña de la oposición. Hasta recuerda el famoso "Sí se puede" de Barack Obama que replicó entre nosotros Cambiemos en 2015. En los dos casos se pretendía derrotar una larga secuencia de administraciones republicanas en USA y al largo período del kirchnerismo en Argentina. Los conceptos extremos, aunque no lo parezca, son relativos. Con arriba y abajo pasa lo mismo, en definitiva el mundo no es plano, es redondo y gira, esas posiciones son una ilusión, igual pasa con el triunfo y la derrota, Borges decía que hay derrotas que son más dignas que una victoria. Por ahora la oposición parece calma respecto de la búsqueda de lemas y propuestas, son tantos y tan grandes los errores del gobierno, uno por semana y a veces más, que con no hacer nada parece suficiente. Cuando alguien va en caída, piensan, no conviene empujar porque la otra parte se puede poner en víctima y acusar de destituyentes, club del helicóptero o algo parecido. En esta semana estuvo la defensa del incendiario falso mapuche Jones Huala por nuestra cancillería en Chile y la falta de apoyo de fuerzas de seguridad federales a los incendios en terrenos fiscales nacionales, apoyo pedido por Arabela Carreras, una gobernadora aliada en Río Negro.

Son tan grandes los errores del gobierno, uno por semana y a veces más, que con no hacer nada parece suficiente.

El dólar cerró en su precio histórico más alto, que es lo mismo que decir que cayó el peso, nuestra moneda. Lo más concreto de Juntos, como acción política, es la sugerencia de María Eugenia Vidal que de ganar con margen suficiente deberían desplazar a Sergio Massa de la presidencia de Diputados, algo que no todos comparten como táctica aunque falta saber si se llevaría a cabo o si es un recurso electoral para atraer votos. La izquierda se conforma con ser la tímida tercera fuerza del país, esto si estuvieran juntos, e insisten con temas que ya han sido resueltos. El liberalismo puro, representado por las figuras de Javier Milei y José Luis Espert ha quedado encerrado en ciudad y provincia de Buenos Aires, buen arranque pero insuficiente por ahora. Volviendo al comienzo, el sentido de palabras tan fuertes, tan categóricas, como sí o no, depende por completo del contexto y sobre todo de la credibilidad de quien lo dice. Queda para quien lee definir si se dan condiciones para que este gran sí que aparece en la propaganda de Alberto asociado a situaciones positivas y felices pueda admitirse como motivador de esperanza.