
Los árboles regulan la temperatura, purifican el ambiente, oxigenan el aire contribuyen a regular las lluvias, protegen el suelo, albergan ecosistemas, proporcionan sombra, mejoran sectores erosionados, humedecen el ambiente, reducen el ruido, son capaces de atemperar el lugar, ya que provocan sensación de frescura y humedad, incluso deteniendo las heladas con su follaje; producen alimentos y múltiples recursos. Motivos suficientes para que en esta fecha se celebre un reconocimiento a los múltiples servicios que presta el árbol a la vida y a la actividad humana, además del puesto simbólico que ocupa en numerosas culturas tradicionales.
Los bosques nativos son fundamentales para la protección de las cuencas hídricas, para atenuar el impacto de las gotas de lluvia y la nieve, para reducir los efectos de la escorrentía, para disminuir la erosión hídrica y eólica, para generar y regenerar suelo, para aumentar la infiltración y la alimentación de acuíferos, para conservar la humedad relativa de los suelos y de la atmósfera superficial, para regularizar el flujo hídrico durante los distintos meses del año, para conservar altos valores de biodiversidad, y para aumentar la resistencia ambiental al cambio climático y otros disturbios. Contribuyen además a la estabilidad meteorológica y climática, y a mantener recursos paisajísticos y ambientales de interés turístico. Todas estas funciones están intrínsecamente unidas a la supervivencia del ser humano y por extensión a la supervivencia misma de los ecosistemas.
Un solo árbol es un complejo ecosistema que mantiene a numerosas especies de invertebrados (insectos, arácnidos), así como vertebrados (aves, reptiles y mamíferos), que encuentran en él su alimento, por medio de las hojas, yemas, brotes o frutos, y refugio. Sobre su corteza crecen hongos, líquenes y plantas parásitas, quienes se nutren de su savia, y epifitas (crecen sobre ellos, pero no les hacen daño). Entre las raíces abundan las larvas de los insectos, gusanos que viven en el subsuelo, los ácaros y los roedores.
En este sentido, el Día del Árbol puede ser la excusa para reflexionar cómo la vida moderna nos ha llevado a olvidarnos de que sólo somos parte de un ecosistema mayor, a recuperar esa unión sagrada con todos los seres de la naturaleza y a tener una conducta más respetuosa con nuestro entorno.
Lejos de enfrentar la situación actual, que es tan penosa por lo que está ocurriendo en el Amazonas, hoy la mayor reserva de la flora mundial está viviendo los momentos más críticos de los últimos siglos con la desaparición de millones de especies en los incendios que se registran en esa zona.
Científicos de todo el mundo vienen alertando a la humanidad sobre las consecuencias negativas de la tala indiscriminada de los bosques, en pos de generar espacios para pastoreo o cultivos intensivos, que además empobrecen la tierra al quitarle nutrientes; las dimensiones del problema son tan alarmantes que la educación no lo puede obviar. Por otra parte, la sociedad está tomando conciencia de los problemas que ha generado.
Este 29 de agosto de 2019, Día del Árbol, instituido por el Dr. Estanislao Zevallos, queremos recordar esta fecha destacando las bondades de los árboles, que cada vez sufren más y más el maltrato de los inconscientes.
El Árbol Forestal argentino es el quebracho colorado chaqueño, otra fecha vinculada con el Día del Árbol es el 21 de marzo Día Forestal Mundial, establecido desde 1971 por la FAO.
Por el Prof. Raúl Bustamante Flores
Presidente de Eco-Club San Juan.
