La semana pasada, la presidenta de la Nación hizo la presentación del camión de alta tecnología conocido como "bitren”, diseñado para transportar hasta un 80% más de carga que un equipo convencional. Cristina de Kirchner elogió las bondades de este vehículo que ahorra hasta un 40% de combustible con respecto a un camión común, lo que incidirá en los fletes entre otras bondades.
Si bien las ventajas del bitren tienen una primera lectura positiva, en la práctica la idea se desvanece ante la realidad argentina, tanto por los costos que deberían afrontar los transportistas en estos momentos de precios distorsivos y con escaso y oneroso financiamiento y, lo más grave, la circulación por rutas angostas, congestionadas y escaso o nulo mantenimiento. El bitren tampoco es nuevo en el país porque desde 2012 funciona en la Zona de actividades Logísticas de San Luis, con recorridos limitados, precisamente acotado por la infraestructura rutera de esa provincia.
El bitren es exitoso en Estados Unidos, Australia, Brasil y Suecia, para citar algunas experiencias favorables, pero en todos los casos como alternativas después del transporte de cargas fluvial y ferroviario, que reúnen mucho mejores condiciones en cuanto a costo-beneficio y seguridad en todo el mundo. Además, las redes viales de esos países, con amplias autopistas de hasta 10 carriles, hacen factible la circulación de los enormes camiones sin obstruir el tránsito vehicular.
No obstante esta configuración, en Australia tiene una calificación limitativa de "camión fuera de ruta”, con recorridos bien definidos. En nuestro país resultaría temerario sobrepasar un convoy de bitren sobre una ruta de doble mano, poceada, con banquinas descalzadas y puentes angostos, que son la mayoría de la red.
"Le estamos dando mayor competitividad a la economía regional”, dijo la presidenta, tras lo cual surge el interrogante de la inversión para generalizar este tipo de transporte. Un bitren que cuesta 2,5 millones de pesos contra un millón del equipo convencional, por lo que lo limita a grandes empresas y deja a las pymes sin posibilidades de competir y menos al transportista individual que ya tiene problemas para renovar los neumáticos.
En Argentina urge la recuperación ferroviaria. El tren de carga es la verdadera herramienta del desarrollo y garantía de fletes competitivos.
