"El que se quema con leche ve una vaca y sale corriendo", resuena el refrán popular. Y si la frase fuese cierta, ¿qué obligaría a una persona a volver a tomar leche si es que ya se quemó con ella? El hambre, la necesidad, el placer, podría responderse. Más o menos eso es lo que le debe estar pasando por dentro al exdiputado nacional Mauricio Ibarra. Ansía y necesita volver a los cargos políticos, pero obviamente tiene miedo, porque ya se quemó varias veces. Lo está haciendo, está volviendo y eso es valorable: el viernes a la noche lanzó su candidatura a intendente del departamento Rawson en un acto que juntó, según los organizadores, a unas mil personas aproximadamente. ¿Porqué es valorable? Porque decide volver a jugársela, y a sabiendas de que sus enemigos son Juan Carlos Gioja o, en una expresión política posible y realista, José Luis Gioja. Algunos dicen que no le queda otra, pero la verdad es que podría no liderar, o podría dejar pasar otra elección, por ejemplo. Dice que cambió su discurso, que no quiere polemizar, que quiere construir, pero a la vez se mete en el terreno donde más fuerte suena el apellido Gioja. Contradictorio.
"El tren de las oportunidades está en marcha", "Estamos listos y preparados para gobernar".
"Vamos a construir el municipio más moderno y tecnológico de San Juan", dijo Ibarra el viernes en un local de avenida España. Eso es lanzar una candidatura, acá o en cualquier parte del Mundo. ¿Le queda otra que lanzarse en el departamento donde aún, poco o mucho, se acuerdan de él? Si se analiza fríamente, esa decisión tiene más contras que pro: se enfrentará a Juan Carlos y José Luis Gioja por uno de los distritos más grandes de la provincia, con la presión que eso implica; el intendente actual figura primero en las encuestas, y la última vez que Ibarra le pidió el voto a los rawsinos, se lo negaron. Si el escenario es tan desfavorable, ¿porqué lo hace? No hay muchos lugares donde aún se acuerden de él ya que su gestión como diputado nacional no fue lo fructífera que debió ser. Además, conoce el terreno como su casa, se puede decir que en Rawson se siente cómodo, algo que en su situación actual es importante. Y, hay que admitirlo también, lo lleva en la sangre. Ibarra es de esas personas que hacen política donde estén y que con tal de convencer son capaces de casi cualquier cosa, actitud que no es muy común en los dirigentes hoy.
Aseguran entre sus íntimos que ha cambiado su forma de ver y comunicar la política, y fundamenta esa definición en el hecho de haber armado un programa de gobierno con la mirada puesta a 10 años más. Es probable y saludable que así sea, veremos qué sucederá cuando al rawsino le empiecen a ofrecer micrófonos y repreguntas. Ojalá que se acuerde de la paz que ofrece.
Si su postulación prospera deberá rogar para que Sergio Massa sea candidato a Presidente. Y que la unión con el basualdismo siga viento en popa. Es que si el ex intendente de Tigre se cae, como algunos sospechan, y Roberto Basualdo termina en el PRO, por ejemplo, Ibarra deberá buscar asilo en algún otro partido o frente, ya que será imposible que se quede junto a los hombres de amarillo. No hay vuelta atrás en esa relación. Los de Mauricio Macri quedaron enojados por las votaciones del sanjuanino en la Cámara de Diputados de la Nación y, parece, se la juraron.
Por ahora ya juntó una buena cantidad de gente y llamó la atención de varios. No se puede decir que es un problema en el PJ, pero sí se puede arriesgar que molesta. Empieza otra pelea u otro capítulo de una novela ya repetida, depende de Ibarra.
