Al menos tres líneas de acción continuas y oportunas tendrían que desarrollar las autoridades provinciales en este receso escolar: un relevamiento de la provisión de agua potable en todos los edificios, como también el control de las conexiones de gas para las estufas recién reparadas, de manera que no existan mayores problemas como los de la EPET No 4. Las tareas de mantenimiento deben incluir la reposición de vidrios rotos, techos, instalación eléctrica y los cerramientos circundantes para resguardar los bienes de los establecimientos y del personal.
El tercer objetivo es un censo sobre la conectividad tan promovida que revele cuántos aparatos tecnológicos han sido distribuidos, en qué escuelas, cuántos realmente funcionan, el efecto en la enseñanza, cómo son los cursos de actualización destinados a docentes y cuál será el futuro de esta modalidad en las escuelas urbanas, suburbanas y rurales.
Las autoridades escolares deben asumir esta responsabilidad que no es otra cosa que la de determinar con veracidad sobre una situación que a veces excede sus propias posibilidades operativas. En unión con las entidades periescolares, supervisores e inspectores deben conjugar esfuerzos para alcanzar las estrategias de mínima destinadas a superar los inconvenientes habituales que se presentan en la organización escolar y a los que muchas veces no se responde con celeridad debido a la enmarañada burocracia. Se debe hacer efectiva una planificación que emane de inteligencias creadoras dentro de la escasez de recursos y sin falsas expectativas. Simplemente realidades, porque el ciudadano vive de hechos y no de promesas, propuestas ni de la política de la indiferencia.
