San Juan Bautista no era la luz, sino testigo de la luz (Jn 1,8). Jesús es la razón de ser de nuestro santo en cuestión. La vocación de Juan es ser profeta del Altísimo. Su grandeza a los ojos del Señor es relativa a que él es quien prepara los caminos del hijo del Altísimo que se merece en absoluto el atributo de grande. Juan manifiesta la gloria de su Amo porque es el humilde siervo que no se cree digno siquiera de desatarle las sandalias a Jesús.
Ahora bien, la Iglesia Católica celebra normalmente la fiesta de los Santos en el día de su muerte. En el caso de San Juan Bautista, se hace una excepción y se celebra el día de su nacimiento, con el de la Virgen y el de Jesús, el nacimiento de San Juan Bautista es de los tres únicos que celebra la Iglesia.
San Juan Bautista, fue santificado en el vientre de su madre cuando la Virgen María, embarazada de Jesús, visita a su prima Isabel que estaba casada con Zacarías, según el Evangelio. Fue así el último de los profetas del Antiguo Testamento, y la Iglesia lo considera el más grande de los santos después de la Virgen María. Contemporáneo de Jesús, es considerado por la tradición cristiana como el precursor del Mesías.
Un día, un ángel del Señor se le apareció a Zacarías, quien se sobresaltó y se llenó de miedo. El Arcángel Gabriel le anunció que iban a tener un hijo muy especial, pero Zacarías dudó y le preguntó que cómo sería posible esto si él e Isabel ya eran viejos. Entonces el ángel le contestó que, por haber dudado, se quedaría mudo hasta que todo esto sucediera. Y así fue. El ángel había encargado a Zacarías ponerle por nombre Juan. Con el nacimiento de Juan, Zacarías recupera su voz y lo primero que dice es: "Bendito el Señor, Dios de Israel”.
La Natividad de San Juan Bautista, seis meses antes que la de Jesús, es celebrada todos los años con un gozo apropiado. El ángel le había anunciado a Zacarías: "Muchos se alegrarán de su nacimiento”. Por esto, pide la Iglesia en este día el don de la alegría espiritual. El prefacio recuerda con detalle la misión de Juan Bautista: desde antes de nacer, con ocasión de la Visitación de María, después en el comienzo de la vida pública de Jesús y, por fin, en el testimonio supremo de su martirio.
A Juan el Bautista y a Jesús se les ha llamado tradicionalmente primos porque sus madres estaban emparentadas. Nacieron con seis meses de diferencia uno del otro en ciudades no demasiado alejadas entre sí. Aunque la Biblia no lo diga, deben haberse encontrado en bodas y funerales de la familia. Juan comenzó su ministerio público unos pocos años antes que Jesús, y acabó aquél diciendo que meramente había preparado el camino para Jesús.
(*) Estudiante de Filosofía en la UNSJ.
