Cuando nuestro país cumplió 100 años Carlos Gardel cumplía los 20, sin que hasta ese momento demostrara apego alguno por estabilizar su carrera, aún cuando ya había logrado cierta fama en diversos barrios de la capital porteña. Por suerte, no sólo para él sino para todos quienes lo admiramos, se produjo en 1911 el acontecimiento que habría de cambiar su futuro sirviendo de plataforma para lanzarlo a las alturas de la fama que aún hoy lo sustenta: el encuentro con José Razzano, el "oriental”.
Al unirse, ambos dieron nacimiento a uno de los mayores éxitos del espectáculo porteño, que luego se fue ampliando hacia todo el interior, abarcando un lapso que iba desde 1910 hasta principio de la década del 20. Razzano tenía tres años más que Gardel, había nacido en Montevideo pero al quedar huérfano de pocos años la familia se radicó en Buenos Aires, de modo que su trayectoria fue en cierto modo similar a. la de Gardel, ambos porteños por adopción e hijos de mujeres que debieron afrontar solas la crianza y educación de sus hijos.
El transcurrir artístico del "oriental” fue también en cierto modo similar al de Gardel, cantando por los barrios y ante el mismo público, con la diferencia que al comenzar la década del ’10 Razzano era mucho más conocido que el "francesito” Charles Gardes. Fueron amigos comunes quienes decidieron acercarlos, promoviendo un contrapunto o "payada” entre ambos en la casa de un tal Gigena, donde fueron presentados formalmente y Carlos habría dicho "Me han contado que Ud. canta bien”, respondiendo Razzano "Me defiendo, pero las mentas suyas son grandes”.
El entusiasmo de todos los presentes alentó a ambos intérpretes a repetir el encuentro pocas noches después, con un éxito que llamó la atención de quienes tuvieron la suerte de concurrir al evento. Todos estuvieron de acuerdo en que debían continuar juntos con la seguridad de un triunfo popular indiscutido, situación que se fundamentaba aún más ante el agrado que parecía surgir por la mutua compañía. De este modo surgió la posibilidad de que Gardes y Razzano integraran un dúo vocal dedicado a interpretar los aires pampeanos, los que en esos momentos tenían mayor repercusión popular que el tango.
La idea original del nuevo dúo era recorrer el interior de la provincia interpretando la música que hoy conocemos como "folklórica”, tomando nota de la aceptación popular que pudieran lograr antes de buscar una ansiada consagración en la gran urbe capitalina. Daba la casualidad que en ese contrapunto entre el "francesito” y el "oriental” estuviera presente otro cantor con pretensiones de éxito, un tal Francisco Martino, quien se entusiasmó y se ofreció para integrarse en un eventual trío.
De este modo surgió inicialmente el dúo Gardes-Martino dedicado a recorrer diversos pueblos del interior bonaerense, partiendo de Chivilcoy para llegar hasta General Pico. La gira duró unos tres meses con suerte bastante diversa y resultados relativamente alejados del éxito económico, siendo quizás lo único positivo la posibilidad que tuvo el zorzal de alternar con públicos de muy diverso origen y costumbres. Al regresar a Buenos Aires volvieron a reunirse con Razzano, integrando de este modo un trío que duró poco pero tuvo la singular trascendencia de alentar al "francesito” a cambiar la "s” final de su apellido por la "l” con que todos lo recordamos. Poco después se conocieron con otro cantor que recorría el interior de la provincia, el sanjuanino Saúl Salinas, llamado el "víbora” por su extraña manera de mirar, quien se integró al grupo conformando de este modo un cuarteto folklórico totalmente inédito para esa época.
No obstante, antes de salir de gira Gardel había sido tentado para llevar su voz al disco, un método de divulgación musical que en esos momentos daba sus primeros pasos en Buenos Aires. Fue así que en 1913 y con el sello Columbia, Gardel grabó 15 canciones folklóricas de las cuales se editaron 14 ya que los discos por entonces sólo llevaban una pieza en cada una de sus dos caras. Aún hoy podemos escuchar estas grabaciones, como piezas de colección y con muy buena voluntad pues los sonidos graves no los captaba bien y el ruido de la púa es intenso. Pero esa es otra historia.
