“Argentina al mundo”, si bien podría confundirse con un slogan publicitario de vuelos al exterior, la frase constituye uno de los pilares más importantes de la gestión de la presidencia del ingeniero Macri. Sin duda su política de integración al mundo ha permitido a la Argentina en poco más de 2 años de gestión, pasar del aislamiento del grupo de los países autoexcluidos que conformábamos entre otros con Irán, Venezuela y Ecuador, a la posible y hoy postergada firma de un acuerdo de libre comercio con la Unión Europea en el marco del Mercosur.
El ritmo impuesto a la política exterior ha sido frenético y Macri mostró en esta faceta lo mejor de la ejecutividad que otrora lo caracterizara como empresario. Después del cumplimiento de una estricta agenda de giras al exterior y recepción de mandatarios de otros países que fuera coronada con la cumbre de la Organización Mundial de Comercio, tan solo bastaron 2 años de gestión para borrar de un plumazo la imagen de aislamiento. Partiendo de esta realidad, de una Argentina nuevamente vinculada al mundo, es nuestra intención hacer un repaso de qué nos ha dejado de positivo y negativo esta rápida integración. Previo a ello entiendo oportuno poner a disposición algunos elementos que permitan ampliar y fundar su análisis:
* Conforme a datos de la ONU, en el período 1950-2016, los países en desarrollo con mayor grado de integración comercial y menores trabas arancelarias y para-arancelarias al comercio exterior, mostraron en promedio un crecimiento de su PBI del orden del 3,5% anual, en tanto los países con una política externa más restrictiva como Argentina, su crecimiento fue del orden del 1,3% anual.
* En el caso argentino su política proteccionista y restrictiva de importaciones, principalmente de tipo industrial, ha generado un mercado interno cautivo, caracterizado por el consumo de productos en general de altos precios y estándares de calidad inferiores a la media mundial. Con casos de excepción vinculados principalmente a la agroindustria, Argentina ha mostrado a nivel industrial bajos índices de productividad y de utilización de su capacidad instalada.
* La fluctuación y falta de una política externa de Estado, ha llevado a períodos cíclicos de librecambismo y proteccionismo que han deteriorado y potenciado sucesivamente a nuestra industria, sin la posibilidad concreta de hacer competir nuestros productos con los importados en un marco de sustentabilidad y previsibilidad. La eterna fluctuación de nuestro tipo de cambio como herramienta a nuestros desajustes macroeconómicos, no ha hecho más que agravar esta situación.
La aprobación del paquete de leyes que incluyen la reforma fiscal y laboral, son claves para dotar a las empresas exportadoras argentinas mayor competitividad.
Ahora bien, en consideración a estos aspectos resaltados y en 2 años en los que se pasó de una importación restrictiva sujeta a la autorización subjetiva y a dedo de las Declaraciones Juradas de Necesidad de importación, cepo instrumentado por Moreno, a la liberación absoluta de la gestión actual ¿qué nos ha dejado esta apertura indiscriminada?
Empezando por lo positivo: “Una Argentina con “visos” de seriedad integrada al mundo y con potencial de recepción de inversiones extranjeras directas, las cuales acobardadas por la inestabilidad jurídica y falta de políticas de estado del país, siguen viendo al mismo con las ventajas comparativas y competitivas que lo ubican como una de las naciones de mayor potencial. Una Argentina sin restricciones al movimiento de mercaderías y divisas, situación que asemeja las condiciones comerciales y financieras a países del mundo.
Entre los aspectos negativos: “Déficit de balanza comercial: un tipo de cambio retrasado, una década de restricciones, la disminución de derechos de importación y la caída de exportaciones a Brasil nuestro principal socio comercial; han confluido en una balanza comercial deficitaria que se estima cerrará el 2017 con un saldo negativo superior a los u$s 6.000 millones, el cual promete ser un récord histórico, con serias amenazas en algunos sectores productivos y sus consecuencia directa sobre el desempleo y nivel de actividad.
“Considerando el ingreso de capitales como una faceta más del mercado externo, el ingreso de divisas en dólares con destino especulativo, que una vez transformadas en pesos aprovechan la tasa de interés local, genera un círculo vicioso que motivó entre otras medidas un impuesto del 5% a la tenencia de Lebacs en poder de extranjeros. Esta situación refleja que de no existir cambio en las reglas de juego que garanticen una mayor rentabilidad de las inversiones productivas sobre las especulativas, el problema de endeudamiento seguirá agravándose.
El tiempo para encaminar la faceta externa se agota, medidas que fueron tomadas oportunamente tal como la quita de retenciones a exportaciones agroindustriales, la disminución de trabas para-arancelarias, y la agilización de reintegros de IVA y derechos de exportación se han diluido en su impacto por la continuidad del proceso inflacionario y el retraso cambiario.
Ante ésto se requiere sensatez y compromiso de una oposición que parece caracterizarse por la falta de memoria e incapacidad para hacerse responsable de sus propios actos.
Argentinos a ajustarse los cinturones, el vuelo esta vez, parece no va a estar exento de turbulencias y sinsabores.