Esta semana hubo dos cancelaciones sorpresivas en el terreno político, ambas repletas de significados. Una -la de los capataces del PJ Federal- por agenda, otra -la de la presidenta Cristina- por preservación, todos en sala de embarque para llegar a San Juan jueves y viernes.

Al final no vino nadie y quedó flotando el olor a pólvora mojada. Quedó también una evidente incertidumbre sobre los motivos, y campo abierto para explorar sobre las consecuencias. Lo de la Presidenta tuvo cierto sentido humanitario, no despojado de algún oportunismo electoral: ahorrarle a la jefa de Estado-candidata las lágrimas en público -o dejarlas para más adelante-, cada vez que va a algún lugar donde recuerda su paso reciente con Néstor, como le pasó en el Luna Park y en Corrientes y que seguramente le ocurrirá en San Juan, donde ha recorrido infatigablemente pasillos, barrios, obras, escuelas de la mano de su esposo desaparecido.

Ahora, cuál habrá sido el motivo real de la ausencia de los cuatro disidentes que aún mantienen la ilusión de llegar a la presidencia por el PJ rebelde (Duhalde, Rodríguez Saá, Solá y Das Neves? Porque seguramente no debe ser algún obstáculo de "agenda", como argumentó escuetamente el comunicado de los organizadores que lo esperaban el viernes. ¿No habrán conseguido una fecha más cercana que marzo para reprogramar la visita?

Seguramente se tratará, con la colaboración de una fecha tan lejana donde todo puede estar ya definido, de una búsqueda desesperada de desensillar hasta que aclare. Como definió un hombre de campo como el Lole Reutemann a su decisión de separarse de la construcción del espacio y lo puso patas para arriba.

Es que las cosas en el Peronismo Federal ya no son tan color de rosas como parecía el día que armaron la mesa alternativa a la conducción de Kirchner en el PJ oficial, que cabalgó sobre dos primeras figuras como el propio Lole y De Narváez y que se alimentó del viento de cola del fastidio ciudadano hacia el gesto rocoso de algunas acciones de gobierno y de la contraposición contra Kirchner.

Hoy Kirchner ya no está y lo que quedó es su esposa con un capital electoral infinitamente más generoso al que disponía el matrimonio con Néstor en vida, y dispuesta a aplicar un estilo tal vez menos frontal. Difícil obstáculo para un póker de presidenciales que ya en su mejor momento no conseguía medir en números gruesos y que ahora sufre la dispersión de sus dos tractores de votos, el santafecino y el bonaerense que le arrancó a Kirchner una derrota épica.

Se encienden entonces las luces amarillas para un espacio nacido con los ojos puestos en el poder, la quintaesencia del movimiento del que provienen, el peronismo. Describieron una parábola que en la cúspide los ubicó como un menú atractivo tanto para ese espacio peronista descubierto por la frazada K como para buena parte del electorado no peronista pero al que cualquiera le viene bien con tal de ver a los Kirchner fuera de la Rosada.

Eso ya no es así. Aunque está por verse si se trata de una sensación definitiva o el preámbulo de una nueva modificación en el tablero electoral que los vuela a depositar al tope. Das Neves y Solá vuelven a coquetear con el oficialismo después de ser los últimos de los cuatro en salir eyectados de él, meses después de la pelea con el campo. Pero no les será fácil un regreso con buen recibimiento.

Duhalde tuvo que salir él mismo a negar que fuera a dar de baja su candidatura presidencial, fagocitada por su propia naturaleza: nació bajo la intensión de obligar a Néstor a bajar la suya, en una especie de promesa personal del tipo "yo creé esta criatura, yo la destruyo". Kirchner ya no está, y Duhalde sigue viajando por el país cortado solo, como lo hizo el miércoles en Entre Ríos junto a su primera línea gremial -Barrionuevo y Venegas- diciendo que "el kirchnerismo es una malformación del peronismo".

Rodríguez Saá parece ser el único de los cuatro que no ha modificado su original hoja de ruta, y es el que aparece en los papeles como el aspirante con mayor caudal de votos, como ya lo demostró en la última elección presidencial con excelentes resultado en grandes distritos como Córdoba. No siente que ni Duhalde, ni Das Neves, ni Solá puedan sumarle demasiado como sí lo harían Lole o Francisco. Justamente, los dos más distanciados del espacio.

Lo que sí está claro es que no están para fotos en conjunto y la víctima fue la escala que tenían prevista para el viernes en San Juan. Segunda víctima, es cierto, luego de una puesta en escena con mayor pompa en San Luis el día anterior.

También está claro que lo que se viene antes de marzo, cuando reprogramaron la visita, es definir cómo sigue este armado. Y lo que hay enfrente son dos definiciones clave: ir o no ir en la interna abierta del PJ oficial, y qué hacer con la relación con Mauricio Macri.

Para lo primero, el dilema más fuerte es la división de opiniones internas. Ya se pronunciaron entre los cuatro por buscar una fórmula de elección interna previa a la interna obligatoria, a dónde llegar con un solo aspirante. Pero hay candidatos que prefieren encaminarse a la interna obligatoria del PJ -en agosto-, donde deberán competir probablemente con Cristina -o con Scioli- con pocas expectativas de triunfo.

Para la relación con Macri, hay entre los cuatro una fuerte disparidad de opiniones. Están los que tienen cosas en común y trabajo conjunto en provincia de Buenos Aires, como Duhalde, y los que fueron socios pero que se alejaron furiosos, como Solá. No fue incluido Mauricio en la hoja de ruta original del PJ Federal por esas diferencias y la traumática separación del jefe de Gobierno con su compañero inseparable en aquel épico triunfo sobre Kirchner en 2008, De Narváez. Pero la verdad de la milanesa es que Macri es el presidenciable que mejor mide entre los allegados al espacio, y no vaya a ser cosa que se convierta en quien los saque del pantano, ofreciéndose como el candidato con chances de ganar que no es ninguno de los integrantes del póker disidente.

Cualquiera de estos caminos tendrá, lógicamente, alguna repercusión en San Juan, como golpean siempre en las provincias los eventos nacionales. Aquí el espacio se apoya en un trípode de dirigentes integrado por el diputado Mauricio Ibarra, el senador Roberto Basualdo y el macrista Wbaldino Acosta Zapata, para quienes las cosas no serán ni parecid

as si se encolumnan para uno y otro lado.

Por supuesto que una bomba de tiempo sería que el PJ Federal se quedara sin candidato propio ante una eventual estampida hacia el PJ oficial, porque quienes aspiran en San Juan a ser gobernador con ese tutelaje se quedarán sin protección nacional, pecado capital para un comicio donde se elige presidente (¿serán simultáneas con San Juan?).

También habrá problemas con una dispersión: uno para un lado y otro para el otro. Aunque si el puntano Alberto sigue por su lado será una garantía de paraguas nacional, al menos para Roberto Basualdo.

Y si irrumpe Macri como factor de contención en un eventual acuerdo nacional entre el PJ Federal y el PRO, sería una salvación especialmente para Ibarra: su principal operador político es el macrista Wbaldino Acosta Zapata, aunque es cierto que en el medio de una pulseada cruel con el ala del PRO local que conserva la representación de la sigla, liderada por el médico Hugo Ramírez.

Cualquier panorama parece tan posible como factible de ser devorado por los nubarrones. Con el condimento adicional de que para tener más claro el panorama en San Juan, deberán antes superar entre ellos sus propias internas.