Ahora, el gobierno quiere que la Cámara de Diputados, a través de comisiones especiales, lleve a cabo un seguimiento de "las últimas acciones políticas" en Papel Prensa porque supone que hubo una "subadministración por parte de Clarín y La Nación", empresas socias del Estado en el manejo de esa organización. Habrá que ver quiénes integrarán dichas comisiones porque los ejemplos que se están dando desde el Congreso cuando hay que decidir pedidos de la Presidente Cristina F. de Kirchner, no son diáfanos.
El gobierno se propone -o amenaza- con llegar a la Justicia si así lo justificaran los hechos que seguramente juzgarán sus adeptos. No es poca cosa ya que se pone en riesgo, de esta manera, la estructura y el funcionamiento de otra institución de servicio al país.
Para que no queden dudas, el anuncio lo hizo en conferencia de prensa el Ministro de Economía, Amado Boudou, a comienzos de esta semana, con lo cual sembró una nueva idea de persecución con respecto a una empresa mixta pero con más capital privado que del Estado.
Después de escucharlo a Boudou, la primera impresión (de muchos) fue: van por más. El kirchnerismo ya vulneró las estructuras del INDEC, la AFIP, la Anses y, ahora seguimos con esta campaña que comenzó cuando intervino Guillermo Moreno en Papel Prensa.
En los agregados de la disposición agregan que las comisiones que se integren con esa finalidad tendrán acceso a los balances contables presentados en el último período. Boudou aclaró que el Ejecutivo "está muy preocupado" por la situación de la empresa porque cuenta con algunos indicios sobre supuestas irregularidades en la operatoria" (sic). En la conferencia de prensa dijo Boudou que "esta fue una decisión de la Presidente y estamos convencidos de que es una buena decisión. Queremos reflejar este tema tabú en el Congreso y ojalá no tengamos que ir a la Justicia, porque somos socios".
Pero ya empezaron porque la nueva dirección de la Comisión Nacional de Valores -Papel Prensa juega allí sus acciones- ordenó un sumario a Papel Prensa y a todos los directores, luego de denunciar supuestas irregularidades en las actas de las dos últimas reuniones.
El país y sus ciudadanos también están preocupados por el manejo discrecional del dinero en distintos sectores. Para colmo ya salió en el Boletín Oficial que CFK podrá disponer de más de 24.000 millones de pesos en 2010, sin tener que dar explicaciones de su uso. Los ciudadanos siguen, además, las alternativas de la denuncia del enriquecimiento ilícito de los Kirchner quienes lograron que el juez Norberto Oyarbide -que analiza el incremento de la fortuna de los Kirchner en un 158% en el 2008- incorpore en el caso al contador de ellos, Víctor Manzanares.
Si los tiempo fueran bíblicos vendría muy bien aquella sabia advertencia de ¿quién puede arrojar la primera piedra?. Pero hoy los tiempos son veloces, agitados y arrasan hasta con los códigos de la convivencia decente hiriendo profundamente todo, incluso la relación gobierno-ciudadanía. Esa relación no tiene sustento popular, según quedó demostrado en las elecciones del 28 de junio último los Kirchner, desde entonces, actúan como si fueran los únicos ganadores del poder, algo difícil de entender aunque demuestran que al no respetar los resultados electorales degradan la democracia.
Si alguien preguntara si es preocupante vivir en la Argentina, responderíamos que sí porque el ciudadano se interesa por todo y aspira al buen manejo de la cuestión pública, a la correcta atención de los problemas -hambre, desempleo_ y a vislumbrar un futuro inmediato mejor en respuesta a los sacrificios que hace pagando sus impuestos y cumpliendo con las normas de la civilidad.
Hay una dicotomía que confunde al ciudadano y es la diferencia que existe entre los planes y/o novedades que se anuncian desde el poder -especialmente la Presidente CFK- y la realidad circundante. Esa diferencia genera rebeliones y confusiones, pero no indiferencia.
Conocidos pensadores demostraron que las características de la conducta humana no se pueden mantener indefinidamente en el tiempo. Algo pasa. Por ejemplo, nadie puede permanecer siempre detrás de una máscara porque llegará el momento en que le faltará el oxígeno. Tampoco se puede -y muchos menos, se debe- violar la verdad permanentemente desde la tribuna pública. La locuacidad no vela la verdad porque así como a las palabras se las lleva el viento, la verdad se palpa, se vive, se experimenta a diario.
Estas cosas simples y profundas a la vez, deberían ser tenidas en cuenta por quienes integran poderes del Estado. Senadores y diputados (llamados K) que no respetan las normas constitucionales, cuando el ejecutivo pide algo, serán recordados y no volverán a contar con la confianza de los votantes.
