Una procesión como manifestación cultural

Por Edmundo Jorge Delgado, Profesor y magister en Historia

El patrimonio histórico – cultural es amplio. Comprende cantidad de construcciones culturales, tanto tangibles como intangibles. Incluyendo ambas vertientes, los antropólogos hablan de patrimonio etnográfico, definido por la UNESCO, "como el conjunto de creaciones que emanan de una comunidad cultural, fundadas en la tradición, expresadas por un conjunto de individuos y que reconocidamente responden a las expectativas de la comunidad en cuanto a expresión de su identidad cultural y social”. Otro concepto valioso, pues fue elaborado por un antropólogo mendocino que trabajo en San Juan – Pablo Sacchero -, apunta que son "todas aquellas expresiones de carácter simbólico que constituyen el nivel ideológico de cualquier sistema cultural”. Este patrimonio, visto por la ciencia antropológica, comprende el sistema de parentesco, como el compadrazgo, el levirato que aún subsiste en algunos grupos criollos, el sistema de creencias, es decir religión, mitos, ritos etc.; instituciones políticas, como el estado, naciones, comunidades tribales; sistema económico como el trueque; u otras expresiones folk, como la etnomedicina, cuyo ejemplo más concreto en nuestra sociedad fue doña querida Felipa. En San Juan existen pocos estudios sobre estos tópicos, en este caso estamos hablando acerca de estudios desde una mirada nativa. Ejemplos de patrimonio etnográfico podemos mencionar, las fiestas religiosas o cultos religiosos, los cuales constituyen "una puerta para adentrarse en la cultura en su totalidad”. El patrimonio etnográfico es difuso, ya que se amalgama con las tradiciones o el folclore, pero tiene brillo propio, es otra mirada sobre nuestra herencia o legado cultural, es estudiarlos, interpretarlos y valorarlos como tal, forman parte de nuestra cotidianidad, aunque parezca algo lejano o excepcional. Dijimos que un arquetipo en el ámbito local, son las fiestas patronales celebradas en diferentes puntos de San Juan, tanto las festividades establecidas por la ortodoxia eclesial, como las emanadas por laicos o sectores populares. Estas fiestas son marcadores de nuestra identidad cultural. Una festividad patronal es una expresión cultural cuyos rituales, conductas y valores son propios de una comunidad. También en el ejemplo debemos hablar de una dimensión ideológica "como conservadora y reproductora de los colectivos sociales". Las fiestas patronales, entendidas de esta manera, implica la afirmación de diferencias: existe un espacio propio, de nosotros, frente al otro espacio, el de ellos. Es decir que una fiesta patronal es un marcador de identidades que contrastan, en las que se rescatan y acentúan las relaciones endogrupales y exogrupales. Estas festividades condensan el ámbito comunitario y se advierte la comunidad en su totalidad, en sus imágenes sacras las cuales son humanizadas, indumentaria, danzas, oraciones no ortodoxas, expresiones culinarias entre otras expresiones más. Sería importante rescatar estas festividades – entre otras manifestaciones -, celebradas en la totalidad de nuestra tierra, desde los valles interandinos, precordillera, zona urbana, complejo lagunero o ex complejos, o áreas de la travesía donde existen pequeños grupos sociales, que basan su existencia en un sistema económico peculiar, casi segregado del sistema dominante.