Cuando pensamos en campañas electorales en especial en la Argentina, surge un tema de importancia vital: "el marketing político", que es una técnica destinada a descubrir y diseñar aspectos estratégicos en la contienda electoral y que dan base motorizando a partidos y adherentes.
Al referirnos al plano estratégico inferimos que existen escenarios y actores pero indudablemente acerca de estos últimos debe estudiarse capacidad operativa, perfil como candidato, personalidad y otros aspectos del lenguaje que lo proyecten en los medios donde van a desarrollarse los juegos discursivos.
Ya Martínez Pandiani señalaba el "paradigma mediático" y otros autores como Warren y Eliseo Verón lo reafirman. Pero como aspecto innovador, aún remitiéndonos al marco histórico resulta beneficioso para el formador de imágenes incluir la escala de valores que aporta cada individuo como el bagaje propio y que inspira al partido a designarlo como líder.
Una realidad muy latinoamericana que va transformándose lentamente es el pensamiento parcial y fragmentado acerca de cómo presentar la propuesta política.
Los marketineros saben que el efecto de la "sinergia", es decir, todas las fuerzas a la misma dirección y simultáneamente, producen un efecto que no es la mera acumulación si no el posicionamiento del partido y su representante en el tablero del poder.
No se puede planificar sino se estudia tres planos netamente marcados: la estrategia política basada en la ideología que da sustento a lo verdaderamente político, a lo dogmático a la sustancia de la propuesta.
El otro se articula en base a una comunicación eficaz donde se analiza emisores como referentes, entes claves, destinatarios, canales, códigos y soporte comunicativo, en una red que supone además que inteligencia, creatividad, ya que parte de dos preguntas básicas: ¿En qué es diferente? ¿En qué es mejor el grupo y el candidato que promueven?
Finalmente, qué fondos sostendrán a la campaña, por qué medios, con qué frecuencia, cuál es el presupuesto del que se dispone y quiénes sostienen la idea cuya valía moral e intelectual importa a veces más que la económica.
Estos parecen ser una iniciativa utópica pero no lo es pues el hombre moral cada vez más lejos de las ideas políticas aparece en el horizonte de los ciudadanos en los grandes enigmas que estos plantean sobre el uso de los fondos públicos.
Una estrategia de campaña es mostrar consenso y confianza, voluntad de poder con espíritu democrático, sensibilidad en la acción y tenacidad en el obrar consecuente con su pensamiento abierto al interés de todos los sectores.
