
Estamos viviendo en un mundo marcado por grandes y aceleradas transformaciones que impactan en toda la sociedad, sus instituciones y la vida de las personas. Un complejo e inédito tiempo de cambios que nos interpela a partir del fenómeno de las nuevas tendencias en globalización, cambio climático y transformación tecnológica.
Al mismo tiempo, vivimos en una Argentina con problemáticas muy profundas, como es que cerca del 50% de la población sea pobre, la escasa capacidad para generar empleo y la dificultad para lograr un desarrollo sostenido de la economía. Todo esto desafía los liderazgos de estos últimos años y por eso el papel de los jóvenes es tan importante.
No es posible pensar el futuro de Argentina sin tener a los jóvenes en el centro de las preocupaciones, como principales impulsores del cambio, como protagonistas del país que queremos ser. Nosotros somos parte de esa construcción.
Esta pandemia nos enseñó que nadie se salva solo, no hay distinción de edad, raza, género o profesión, que sector público y privado se necesitan mutuamente, y que cuidarnos a nosotros mismos es también cuidar al otro.
Nosotros los jóvenes, creemos en la cooperación, en la reconstrucción de los vínculos de confianza y en los consensos.
Queremos volver a poner en valor las oportunidades que da la Argentina para que todos puedan progresar, revalorizando la educación de calidad y la cultura del trabajo. Construir un país que tiene todo el potencial para salir adelante pero que requiere, sin duda, una visión a largo plazo, aprovechando todas las oportunidades de este nuevo escenario, estamos dispuestos y alentamos a jugar el partido "en esta cancha".
Es común que a los jóvenes nos identifiquen con el futuro pero lo más importante es que ya estamos en acción y queremos continuar protagónicamente dando aportes concretos para mejorar también el presente.
Con el foco puesto en el desafiante diagnóstico del escenario actual nos preguntamos cómo deberían ser los líderes de esta nueva normalidad. Líderes que identifiquen la enorme posibilidad que tenemos para producir un cambio profundo después de la pandemia, que nos ayuden a resolver o atenuar las grandes dificultades modernas vinculadas al cambio climático, la desigualdad social y la incapacidad de encontrar el equilibrio que permita construir un desarrollo sostenido para todos los habitantes de nuestro querido país.
Necesitamos liderazgos íntegros, inteligentes, que inspiren, que movilicen, que conduzcan los caminos para comprender y actuar sobre el mundo pospandemia.
Ojalá que en medio de tantas controversias, estos temas queden instalados definitivamente en la agenda pública como verdaderas prioridades con las cuales todos (y especialmente los jóvenes) debemos comprometernos y colaborar.
Por Mariana Celeste Mangisch
Presidenta de IDEA Joven.
