
La Tierra nos suministra todos los recursos que necesitamos para vivir en ella. Pero debemos ser muy cuidadosos en la manera como utilizamos esos recursos que nos ofrece nuestro planeta, porque no son infinitos. El hombre es una de las especies que más creció demográficamente en los últimos trescientos años. Después de la Revolución Industrial, la población en el mundo era unos 2.000 millones de habitantes, actualmente la población asciende a casi 8.000 millones. Cuanto mayor sea el número de habitantes, mayor será la capacidad de consumo de los recursos que los rodea. El crecimiento demográfico de la especie humana fue de manera acelerada, por ello se expandió por todo el planeta poniendo en peligro a otros seres vivos. La fuerte acción del hombre sobre el medio natural, la presión demográfica y la creciente explotación irresponsable por parte de los procesos productivos, que son extractivos no tiene en cuenta las consecuencias de destruir ecosistemas o reservas naturales que deben conservarse para que el equilibrio ecológico en la Tierra funcione. A mediados del siglo pasado, el geógrafo francés, Pierre Gourou, consideró al "hombre como un ser agresivo frente al medio ambiente". Está claro, hasta el momento, la Tierra constituye la única casa de toda la biodiversidad que habitamos. Aunque el hombre ya está explorando el espacio cósmico en la desesperada búsqueda de astros donde puedan desarrollar allí su vida o explotar algún tipo de recurso en futuro cercano. Así es el comportamiento del animal racional, acceder a un espacio, apropiarlo y transformarlo. Lo hace suyo sin tener en cuenta que agrede y daña a la demás especies vivas, y a sí mismo. Nada más acertado que las palabras del Papa Juan Pablo II: "Existe en el hombre una cultura de dominación que lo lleva a abusar del planeta". Este abuso de poder ha sido advertido por los animales, y como consecuencia de la pandemia de Covid-19 que hoy azota la Tierra. El paisaje que hoy ofrecen las ciudades, los pueblos, los puertos, las playas en el mundo, es casi sin la presencia del elemento humano. La ausencia del hombre ha llevado a los animales a hacerse presentes en esos espacios geográficos. Ahora los seres racionales permanecen encerrados en sus hogares.
La cuarentena permite oír cantar especies de aves nunca antes escuchadas, disminución del smog en la atmósfera y con ello apreciar paisajes y cielos más nítidos, observar la transparencia de las aguas continentales y oceánicas como nunca antes vistas. ¿Esta pandemia es causa del comportamiento agresivo del hombre frente al ambiente? Al parecer sí, el hombre no cesa con el tráfico ilegal de animales exóticos en todo el mundo. El hombre no se conforma con la extinción de una especie sino que va por todas. "Al menos del 30 a 50 % de las especies puedan estar cercanas a la extinción para finales de este siglo, fenómeno que los científicos llaman la sexta extinción en masa". Miguel Biarnés, pag.:22, 2016). Este interesante aporte no busca ser pesimista sino avisar de la realidad que nos viene sino cambiamos el comportamiento destructor frente al ambiente. Estamos a tiempo de poder revertir esta calamitosa realidad ambiental. Se debe dejar de considerar a los animales como recursos. La Declaración Universal de los Derechos de los Animales (1978), en su Artículo "2 b) El hombre, en tanto, no puede atribuirse el derecho de exterminar o explotar a otros animales, violando ese derecho". Por ejemplo, a causa de la caza, el tráfico y consumo ilegal de Pangolínes constituye aproximadamente el 20 % tráfico ilegal en el mundo. Es sin duda alguna, el mamífero más comercializado ilegalmente. El Pangolín parece ser el posible eslabón en la transmisión del Covid-19, y estalló en Malasia, país que accede a esta especie exótica y la comercializa con China. Más del 70 % de las infecciones emergentes de los últimos cuarenta años han sido zoonosis, es decir, enfermedades infecciosas causadas por bacterias, virus, hongos o parásitos que se transmiten de los animales a los humanos. Pueden hacerlo a través del contacto físico directo, a través del aire o el agua".
A poco de cumplirse 50 años desde que se celebra el Día de la Tierra, es hora que el hombre tome conciencia sobre la importancia de preservar la biodiversidad, los recursos naturales y los desafíos del cambio climático.
Por Iván Hidalgo Durán
Lic en Geografía
