Es común que el nombre de José Ignacio de la Roza nos evoque un dique nivelador, una determinada escuela, una conocida avenida, o un monumento en particular, aunque quizás no sea tan común que un sanjuanino medio conozca de él su identidad y accionar.
Por empezar, la grafía original de su apellido fue con "s" y los escudos que se conocen de su familia llevan, justamente, una flor de "rosa". Pero como de todos los personajes de su prole, él fue quien más descolló y precisamente, quien así lo utilizó; es por ello que "pasó a la historia" que nos llega hasta hoy, con "z" y no con "s". Por otra parte y siguiendo con su apellido, éste es el apócope (o reducción) de "Vicentelo de la Rosa", habiendo sido el primero de éstos (Vicentelo) uno de los pocos apellidos genoveses introducidos en Hispanoamérica en la época virreinal y el segundo (de la Roza) oriundo de Andalucía.
El fundador o "genearca" de esta familia en Hispanoamérica fue el capitán Francisco Vicentelo de la Rosa, natural de Granada, radicado en San Salvador de Jujuy en el siglo XVII, donde fue cabildante y contrajo matrimonio con Petronila Ibarguren Castro y Murguía. El sargento mayor Francisco Vicentelo de la Rosa, natural de Jujuy, se radicó en San Juan a principios del siglo XVIII y casó con Ángela de Oro y Bustamante, con quien procrearon a Tadeo de la Rosa y Oro, quien ejerció como teniente corregidor de San Juan entre 1752 y 1762.
En momentos en que nuestra Ciudad perteneció a la Gobernación de Chile en el Virreinato del Perú Cuyo formaba un "Corregimiento". San Juan solía haber un "Teniente Corregidor"; en este caso, ejercido por el abuelo del hombre que ahora nos ocupa. Tadeo de la Rosa y Oro, a mediados del siglo XVIII, desposó a María Rosa de la Torre con quien tuvo varios hijos. Entre ellos a Fernando, quien se desempeñó como comerciante y funcionario, casó con Andrea Torres y fue padre, entre otros hijos de José Ignacio.
José Ignacio de la Roza estudió Derecho en la Universidad de San Felipe, en Santiago de Chile. Historiadores locales acuerdan en afirmar que se encontraba en Buenos Aires al momento de la Revolución de Mayo de 1810. Algunos de ellos, erróneamente mencionan que asistió al Cabildo Abierto del 22 de mayo de ese año, pero no hay constancia de esto.
Una vez creada la Gobernación de Cuyo e instaurado el Gral. José de San Martín al frente de ella, puesto a preparar el Ejército de los Andes y el trascendental cruce cordillerano, carente, por momentos, del apoyo esperado de Buenos Aires, el Teniente Gobernador, Dr. José Ignacio de la Roza, fue el brazo ejecutor de su política en San Juan. Nuestro pueblo varias veces y de distinta manera expresó descontento con sus medidas, pero el Gral. San Martín siempre terminó sosteniendo a este fiel y decidido colaborador. Si fuese cierto el conocido -y muy polémico- argumento de que "el fin justifica los medios", a José Ignacio de la Roza la historia le habría terminado dando la razón. En alguno de sus escritos, el General dirá "América es libre gracias a Cuyo".
Roza fue depuesto por un golpe de estado protagonizado por su cuñado, el porteño capitán Mariano Mendizábal, esposo de su hermana Juana, quien proclamó la autonomía de nuestra Provincia y bajo su mando militar, fue electo primer Gobernador, tras lo cual fue mandado a tomar prisionero por el Gral. San Martín, deportado a Lima, Perú y fusilado allí en plaza mayor.
El Dr. de la Roza estuvo un tiempo desterrado en La Rioja, luego pasó por San Juan y Mendoza camino a Chile y desde allí se dirigió al Perú, donde se reencontró con San Martín. Una vez en Perú, San Martín suscribió con el Virrey un armisticio en Punchauca (Norte de Lima), el 23 de mayo de 1821, del que participaron tres representantes y un secretario por cada bando; siendo el Dr. de la Roza uno de los enviados por el sector independentista. De Punchauca se pasó a Miraflores, para firmar un nuevo convenio,unos días más tarde, habiendo oficiado en éste nuestro hombre, como Secretario de San Martín. El ulterior 28 de julio, el Gral. San Martín proclamó la independencia de Perú y al año siguiente renunció al cargo de Protector de ese nuevo estado. En 1824, el Dr. José Ignacio de la Roza fue nombrado Oficial 1¦ del Ministerio de Gobierno y Relaciones Exteriores de ese país, cargo que ejerció hasta 1827, en que solicitó licencia por razones de salud. En 1829 se lo designó secretario de la Embajada de Perú en Bolivia y en 1830, regresó a Lima. En 1831 fue administrador de la Tesorería Departamental en Junín.
El Dr. De la Roza falleció en la tierra de los incas, sin regresar jamás a su ciudad natal. Sus honras póstumas tardaron en llegar, pero al menos hoy un dique, una escuela, una avenida céntrica, una biblioteca popular y un monumento recuerdan su accionar.
Guillermo Kemel Collado Madcur, Comunicólogo y genealogista.