Los depósitos fiscales de la ciudad de Buenos Aires se encuentran abarrotados de contenedores con mercadería que no puede ingresar al país debido a las trabas impuesta por el Gobierno nacional y aplicadas por el secretario de Comercio Interior, Guillermo Moreno.

El freno a las importaciones comenzó con los autos, se extendió a los electrodomésticos y sigue con los juguetes, con el agravante de que la mercadería de este rubro debería comercializarse antes del Día del Niño. La coyuntura de las licencias no automáticas de importación ha sido el medio para desalentar el ingreso de productos extranjeros. Estas licencias desalientan a los importadores al imponerles demoras y trabas discrecionales para obtenerlas, dilatando la nacionalización y venta de las mercaderías cuyos tributos fueron pagados con anticipación.

Este marco es una medida aceptada por la Organización Mundial del Comercio (OMC), pero siempre que su trámite no tenga sobre las importaciones efectos de restricción o distorsión adicionales ni impliquen más cargas administrativas que las necesarias. Cualquier empresa que comercie un producto que esté entre las 600 posiciones arancelarias alcanzadas por las licencias, comprueba que el espíritu de la OMC es vulnerado por la administración local. Igualmente, resulta grave la violación del Tratado de Asunción, que dio origen al Mercosur, que prohibe la aplicación de medidas unilaterales que impidan o dificulten la libre circulación de mercaderías entre los países del bloque.

Nuestro país demandó a Brasil en 1999 por licencias no automáticas impuestas a productos argentinos y el Tribunal Arbitral falló a favor de la Argentina, que meses atrás, sufrió la traba impuesta al ingreso de vehículos y autopartes nacionales. La Aduana, que promueve en foros internacionales la facilitación del comercio y la instrumentalización del control inteligente con el sistema de operadores confiables, queda desdibujada ante el avance de otros despachos que deciden por teléfono qué es lo que debe entrar y qué se debe prohibir que ingrese al país.

Mientras el mundo comercia bajo los parámetros de internacionalización de las cadenas productivas, Argentina actúa de manera inversa a esa tendencia. Las enmiendas oficiales a los marcos jurídicos se extendieron hasta lo básico del comercio exterior, que establece que para exportar productos industriales es necesario, ante todo, importar tecnología, bienes de capital e insumos para producirlos. Ahora la regla obliga a exportar como condición para importar.