El dinero como valor material, simbólico y espiritual que le da el ser humano.

 

La extraordinaria capacidad simbólica del hombre lo ha llevado por numerosos lugares. Es asombroso lo extenso del universo creado por el ser humano, quien ha producido, infinidad de creaciones, a nivel arquitectónico, artístico, musical, tecnológico, diseño, ingeniería, comunicaciones, etc. Dicha capacidad también generó la posibilidad del intercambio. Al principio fue el trueque. Luego, a partir de un material, se fue estableciendo un valor equivalente para cada intercambio. Pronto las formas de simbolizar el valor se fueron complejizando, desprendiéndose cada vez más lo intrínseco de lo extrínseco. Hoy la realidad del valor simbólico ha alcanzado dimensiones exponenciales. Existen tantos modos de intercambio, monedas y formas de expresar valores, como nunca se ha visto en la historia de la civilización humana. Por ejemplo: el Bitcoin. Gracias a esta posibilidad de intercambio y de generar valor, el hombre ha hecho "magia". Podemos encontrar en medio de un lugar inhóspito, en medio de las sierras o las montañas, a la altura de 4.500 metros sobre el nivel del mar, una cabaña confortable, con servicio de agua caliente, comida, hidromasaje, juegos para niños, señal inalámbrica para comunicarnos o ver TV. La posibilidad de brindar educación en lugares alejados, llevar agua potable, disponer de un ecógrafo de última generación en el puesto de salud, etc. Toda esta dinámica tiene que ver con el acceso al dinero. "El poder del dinero". Es asombroso disponer de esas papeletas de curso legal fabricadas por la casa de la moneda de cada país. Te abre las puertas a un mundo de posibilidades. 

¿Pero eso es todo? Como afirmaría una publicidad de una reconocida tarjeta de crédito, no todo se compra. El valor de las cosas en cierta forma se lo asigna el ser humano, simbolizado por la cantidad de dinero que representa adquirirlo, y ese dar un valor a las cosas tiene su origen en la capacidad espiritual y simbólica del hombre, luego busca materializarse, volverse signo. Pero no ha de quedarse allí, necesita retornar al espíritu humano, al significado y sentido. Mucho o todo lo que hacemos es por alguna "razón", un sentido y valor trascendente que da origen y fin a nuestras acciones y obras. Los valores que nos identifican como persona. En definitiva, el dinero es un medio. Porque con el dinero, buscamos otras cosas: compartir, la alegría, la salud, el amor, progresar, educación, comunicarnos, etc. La pregunta que sigue ¿es el mejor medio para encontrarlas? ¿Qué pasa cuando se vuelve un fin en sí mismo? He ahí la complejidad del dinero, cuya tarea de comprenderlo es tan amplia como difícil.

Por lo tanto, la pregunta que sigue es: ¿Qué es el dinero? La respuesta según lo expuesto anteriormente quedaría inconclusa, si solo nos referimos como al papel moneda. Básicamente es un instrumento simbólico, significante de una infinidad de cosas. Resulta injusto decir que todo se hace y todo fin es el dinero, en tanto posibilidad de adquirir nuevas cosas, sin acudir a los valores que sustentan nuestras acciones. No solo buscan el resultado del intercambio material, (o quizás no debería). El valor extrínseco de las monedas, al rededor del mundo, se encuentra, entre otros aspectos, ligado a los valores de los pueblos. Quizás podríamos preguntarnos, cuando pensamos en la cotización de la propia moneda o dinero, si no se encuentra sobrevaluado con relación a nuestros valores personales que sustentan nuestra comunidad, economía y vínculos (la confianza, el trabajo, la lealtad, el esfuerzo, el respeto, la cooperación, etc.) como variable a la equiparación con el dólar, moneda fuerte y estable en todo el mundo. Habrá otro capítulo, en donde será interesante plantearnos, qué es lo que valoramos más, cuál es la escala de valores que tenemos como comunidad. 

 

Por el Profesor Federico Cánovas