El campo argentino siempre ofrece noticias positivas y no obstante los ataques recibidos en los últimos tiempos, sigue demostrando que nuestro país es agrícola-industrial por naturaleza.
Un reciente perfil que revela la encuesta realizada por las universidades Austral y de Purdue, Estados Unidos, indica que el nivel de capacitación y juventud son dos aspectos que marcan diferencias a favor de los agricultores argentinos comparados con sus pares norteamericanos. La zona seleccionada para el estudio abarca los distritos de las provincias de Buenos Aires, Córdoba y Santa Fe, y representa alrededor del 70% de la producción total de soja en el país.
El primer dato que sorprende al analizarse el universo encuestado en la Argentina es el alto nivel de educación. El 87% de los agricultores consultados son al menos graduados secundarios: el 46%, universitarios, y el 10% tiene estudios de posgrado. Más allá de este nivel de educación, el estudio reveló que los agricultores más jóvenes son los que están operando superficies más grandes. La edad promedio es de 47 años, pero el 48%, tiene menos de 44 años y, de esa franja, el 33% tiene entre 35 y 44 años, y el 15%, menos de 35 años.
En los Estados Unidos, en cambio, esto es a la inversa: las superficies más grandes son manejadas por productores con la edad promedio o mayores. El promedio de edad del productor norteamericano es de 54 años. Además de estas variables demográficas y educativas, la encuesta incluye otros factores que marcan diferencias entre la Argentina y Estados Unidos, entre ellos los desafíos a un futuro de cinco años. Cuando se revisan los demás desafíos, el productor argentino observa temas vinculados con el manejo, la gestión y el mejoramiento del negocio. En cambio, para el norteamericano, el principal desafío es la rentabilidad.
En materia de impuestos, en Estados Unidos no hay retenciones. Entre otros tributos, el dueño de la tierra paga entre 70 y 80 dólares por hectárea por año por mantenimiento y construcción de caminos, servicios y escuelas. Esta es la realidad que muestra el campo argentino. Por parte del Estado se deberían implementar políticas que permitan dejar de ver al sector como un enemigo sino más bien como un aliado para el progreso.
El modelo agropecuario de Brasil es un ejemplo. Frente a la preocupación por el abastecimiento de alimentos mundial en el futuro, la experiencia el vecino país muestra el camino a imitar.
