Devastado por la guerra, sin apenas infraestructuras y con una economía casi de subsistencia hace 50 años, Corea del Sur es hoy un líder en tecnología, industria y educación, cuyo gran salto económico sirve de fuente de inspiración en Latinoamérica.

Países como Guatemala, Ecuador y Uruguay observan a la que hoy es la cuarta economía de Asia para aprovechar las lecciones ofrecidas por su extraordinaria experiencia de desarrollo económico, con un PIB per cápita que ha pasado de 103 dólares, en 1962, a casi 24.000, en 2011.

La clave del llamado "milagro del río Han” (sobrenombre del rápido desarrollo económico surcoreano) reside en que desde 1963 "los gobiernos han sabido aplicar y modificar adecuadamente sus estrategias económicas” en varias etapas, indicó el investigador jefe del Instituto de Políticas Económicas de Corea (KIEP), Choi Nak-gyoon.

Sin embargo, ¿podrían aplicarse las estrategias de desarrollo surcoreanas a países como Guatemala o Ecuador? Aunque no recomienda copiarlas al pie de la letra por el diferente contexto histórico y socioeconómico, el doctor Choi cree que les pueden aportar valiosas lecciones.

El ministro guatemalteco de Economía, Sergio de la Torre, y representantes de Ecuador y Uruguay visitaron la semana pasada Corea del Sur para adquirir conocimientos prácticos sobre su experiencia de desarrollo.

Para De la Torre, la primera lección aprendida en esa visita es que hay que elevar los esfuerzos para capacitar recursos humanos cualificados, ya que, "por mucha inversión que se pueda atraer, ésta no sirve de nada si no poseemos el personal adecuado”, indicaba durante su estancia en Seúl.

Ya en los años "60 Corea del Sur, un país pequeño y escaso en materias primas, comprendió que la fuerza de trabajo de sus habitantes era su más valioso recurso y la enfocó a producir bienes de exportación en la industria ligera, en lo que fue la semilla del desarrollo posterior.

El titular de Economía de Guatemala señaló que su Gobierno también pretende avanzar en competitividad con agresivas políticas para atraer capital extranjero, otra de las claves del gran salto surcoreano.

Los flujos de capital extranjero, combinados con una abundante, barata y eficiente mano de obra, impulsaron en la Corea del Sur de los años "70 la producción industrial, que se orientó a bienes más complejos como barcos y químicos.

Mientras, el movimiento comunitario "Saemaul Undong”, promovido por el dictador Park Chung-hee, movilizó a millones de personas para renovar las infraestructuras del país y combatir la pobreza y el subdesarrollo de las áreas rurales.

Durante la reciente visita al país asiático, la viceministra de Finanzas de Ecuador, María Dolores Almeida, confesaba a su vez su interés por las políticas educativas de Corea del Sur, donde el fracaso escolar es prácticamente inexistente y nueve de cada diez jóvenes logran llegar a la universidad.

Desde los años "80, en que los grandes conglomerados o "Chaebol” como Samsung, Hyundai o LG se consolidaron como principales motores de crecimiento del país asiático, las políticas de liberalización económica han fomentado también la cultura de la competitividad en las escuelas e institutos surcoreanos.

Así, la fiebre educativa de Corea del Sur, cuyo Gobierno ha incrementado este año un 9,3 por ciento el presupuesto destinado a este sector, se traduce cada año en cientos de miles de jóvenes preparados a medida de los "Chaebol”.

Para Almeida, la coordinación entre el sistema universitario y las necesidades de las industrias es otra "valiosa lección” que Corea del Sur puede aportar a Ecuador, cuyo Gobierno también incrementó este año su presupuesto en materia educativa y convocó 49.000 nuevas plazas de personal docente.

En un contexto de creciente competencia, Corea del Sur no está entre los países que más gastan en educación (un 3,4% del PIB en 2012, mientras la media de los países desarrollados ronda el 4,5%), pero su eficiente modelo podría aportar valiosas ideas en la heterogénea realidad de América Latina.