Históricamente es analizable y constatable la devaluación de las divisas internacionales como es el supuesto dominante del dólar, el euro y otros activos emitidos por autoridad pública y de carácter fiduciario. Por lo tanto esta cuestión no es menor en tanto establecida la causa de la pérdida de valor luego viene el problema de qué países asumen el costo de operar con esas divisas. Este tema fue, quizá, explicado por primera vez por el expresidente argentino Juan D. Perón, y está escrito y filmado en las viejas cámaras que precedieron a la revolución de los dispositivos actuales. En esa explicación, con novedoso enfoque, este político estableció el siguiente silogismo: EEUU, ya en 1940, fijaba el valor del dólar no por el valor del oro, sino el del oro por el valor del dólar. ¿Cómo se prueba la desvalorización del dólar? Porque 35 dólares llevados a la Reserva Federal para cambiarlos por una onza de oro no era posible, porque, ese Banco no vendía ni vende oro. Entonces el sistema reconducía al mercado libre a hacer ese cambio de dólares por oro. De lo cual resultaba que al cambio en el mercado libre la onza de oro equivalía a más de 40/45 dólares. Esto demostraba que el dólar ya antes de 1973, año en que se derogó la garantía de respaldo del dólar en oro, ya estaba inmerso en una lógica de desvalorización, y ese costo lo asumían todos los que operaban en el área-dólar. Por esta razón es que en 1973 Nixon efectivamente derogó la regla del respaldo del dólar que estaba dada por la obligación de cambiar y/o resguardar 35 dólares por una onza troy de oro. Es decir, en 1973 el gobierno de EEUU determinó que el valor del oro lo determina el dólar de modo arbitral por el mercado, ya que el Gobierno se corrió de la escena monetaria y disolvió unilateralmente la obligación de garantizar un valor de refugio de la moneda fiduciaria en relación a los activos en sí como era el oro. Por eso para un país tomar préstamos en dólares de modo sistemático implica de hecho asociarse a un sistema que sólo ofrece moneda para sostenerse, por lo que lo único cierto en esa logia es entrar a procesos de endeudamientos crónicos. Como está desfasada la relación entre moneda que se emite y algún valor de refugio que lo limite responsablemente, el sistema sólo se inclina a hacer fluir cada vez mayores préstamos para pagar acuñados préstamos. Por eso no hay estadidad monetaria internacional, porque no hay un valor estable real en sí como el oro o alguna otra paridad por crecimiento del PBI, por ejemplo, que regule la proliferación de moneda fiduciaria. La lejana alerta de Perón sigue siendo una guía de sana praxis monetaria internacional, ya que si la mayor potencia mundial emite dólares sin anclaje, libremente en relación a un pauta valor real que de modo objetivo pueda servir a una lógica de minimización de la pérdida de valor, entonces, la lógica del sistema no tiene más limite que la sola voluntad del emisor de moneda divisa internacional. Este es un factor de inestabilidad de las monedas y los valores que se mueven en el mercado internacional, ya que el trabajo, o, los activos en sí como el oro y otros metales amonedados, no tienen incidencia en la emisión de moneda. Ocurre que la fuente del valor que tasa los precios del mercado no está en las cosas reales, sino, en las que resultan de la segregación ilimitada de la facultad de emitir papel moneda. En consecuencia: está invertida la regla básica de la sana praxis monetaria, donde la facultad de librar papel moneda depende de los objetivos discrecionales del órgano público encargado de la emisión. Por lo que es dable decir que la inestabilidad nacional tiene una base inestable en otro plano superior difícil de controlar pero que no se puede ignorar y mostrarse, ante ello, sin estrategia nacional precautoria y defensiva.
Por el Dr. Mario Luna y el Prof. Fabián Núñez
Profesionales de Jáchal.
