El mayor desafío del docente de hoy es entender la clase en el aula como encuentro ya que las exposiciones reiteradas, el ejercicio del dictado y el copiado de tareas no representan mayormente un desarrollo aplicado que induzca al alumno al trabajo independiente y dedicado.
Una consulta aleatoria generalizada entre alumnos de los dos últimos años de secundaria de los departamentos de Capital, Rivadavia, Rawson y Pocito y que realizara oportunamente para la primera mitad del ciclo lectivo 2014 demuestra que la preferencia de los estudiantes recae sobre los trabajos que el docente ya posee como estructurado en base a los contenidos programáticos para las distintas áreas del conocimiento, mostrándose estos pasivos ante las propuestas e iniciativas de investigar por cuenta propia, lo que resulta en preferencia de docentes que no promueven trabajos de compromiso comunitario y menos aún de transferencia a la realidad.
Entender la clase como un espacio de encuentro entre jóvenes alumnos y el docente profesor va a significar una mayor dedicación de estos y considerable compromiso del alumno por el aprendizaje.
En 32 años de prácticas pedagógicas con alumnos de nivel primario, secundario y universitarios he podido verificar que la preferencia por el "dictado” de la clase de parte de docentes ha sido la metodología de mejor aceptación por parte de los estudiantes, sin embargo la misma ha significado un retroceso en la comprensión y elaboración del conocimiento y por ende para el cultivo de la voluntad. No se trata de incrementar la función de supervisión por los directivos en las observaciones de clases ya que las sugerencias pueden caer en apreciaciones subjetivas; de lo que se trata es pues de profundos cambios metodológicos y didácticos que reflejen una actitud más activa en el docente y un trabajo más implicado e imprescindible con el medio social.
La metodología de encuentros ha sido desarrollada en dos módulos sucesivos y para el tiempo asignado en el primer módulo tenemos 15′ para la exposición de la temática con dominio del tema y los restantes 65′ para elaborar respuestas y debatir extrayendo las pertinentes conclusiones. El restante módulo complementario debe necesariamente aportar las experiencias o datos recabados por el trabajo de campo. La disposición del aula es en forma semicircular con posteriores trabajos del coordinador para cada grupo y un plenario final concluyente.
Cada encuentro se desarrolla a través de la forma organizativa caracterizada por el contacto periódico entre profesores y estudiantes en el que se ofrecen orientaciones necesarias para el estudio del tema, se explican nuevos contenidos del programa de la asignatura, se profundiza en los aspectos esenciales del mismo, se aclaran dudas, se evalúa y se controla el estudio independiente de los estudiantes. No es una clase tradicional ni magistral, sino un tipo de actividad en la que se propicia la polémica, la discusión viva y abierta para abordar luego los problemas que plantea el tema a estudiar y profundizar para luego transferirlos al medio socio-comunitario.
Se requiere un importante dominio o conocimiento del tema por el docente y la consideración del alumno como persona individual más que como estudiante.
Recordemos que "El docente no puede estar sólo entre las cuatro paredes del aula”, su acción no debe circunscribirse a un espacio limitado o cerrado sino que debe trasponer los muros de la escuela; es el objetivo del auténtico profesional de la educación.
(*) Pedagogo, filósofo, orientador escolar.
