Normalmente estos años donde no hay elecciones suelen ser más tranquilos. Los dirigentes políticos acostumbran usar tiempos como este para afirmarse en la gestión y, paralelamente, van salpicando el día a día con reuniones políticas que sirven para ir perfilando acuerdos, proyectos y nombres propios de cara a la contienda electoral que avecina. No fue el caso de enero de 2018. Evidentemente las esquirlas de las explosivas últimas semanas de 2017 aún siguen lastimando y provocan reacciones, como las que tuvo el macrismo con el Gobierno de San Juan. Ya lo marcaron varios medios nacionales, el Presidente está enojado con el Gobernador por el voto sanjuanino en la reforma previsional y todo indica que está tratando de perjudicarlo, sin que se note demasiado, a lo Durán Barba podría decirse. Eso parece que motivó la sorpresiva quita de 13.600 planes sociales. Aunque ahora digan que van a revisarlos, la mano dura quedó flotando en el ambiente. Porque creer que justo después de la reforma y a más de dos años de iniciada la gestión se dieron cuenta que había errores en la adjudicación de esos beneficios, es de ingenuos. Igualmente, parecería que después de ese tormentoso enero viene un febrero más calmo. Parece. La reunión de esta semana de Sergio Uñac con tres ministros nacionales podría tomarse como un gesto, aunque aún la pulseada esté abierta. En resumen, la relación entre Uñac y Macri probablemente sea lo más preocupante de este inicio de año. Lo más extraño se dio por el lado del macrismo sanjuanino. La frase “Nada de nada” podría resumir la acción política de Cambiemos en San Juan. Sólo dos de los referentes del frente político del Presidente salieron a respaldar a Macri con el demagógico decreto de los parientes, y porque este medio se los preguntó, si no tampoco aparecen. No se entiende la estrategia de avestruz que usan. Hay dos párrafos aparte que sería bueno hacer notar, para ampliar más adelante en estas líneas: la lamentable decisión de Eduardo Quattropani de no presentarse al concurso por una nueva vacante en la Corte de Justicia; y la incursión de Rubén Uñac en el peronismo nacional, movida adelantada hace varias semanas en estas mismas columnas.
Los roces con el macrismo
¿Quién tiene la culpa de los roces entre la Nación y la provincia? Los macristas sanjuaninos dicen que el responsable es Sergio Uñac, porque no acompañó la reforma. Y los uñaquistas dicen que el proyecto que Mauricio Macri ordenó enviar al Congreso no es el que habían firmado, y que no iban a acompañar una modificación que quita plata a los jubilados. La verdad, poco importa quién tenga la razón o la culpa. A ambos, Macri y Uñac, les estamos pagando para que se lleven bien, no para que se peleen. Eso hay que dejárselo al viejo peronismo, al kirchnerismo, que son los que proponen el derrocamiento, la violencia, las manifestaciones callejeras y los insultos como opción. El macrismo llegó al poder como contracara del kirchnerismo, pero a veces se parece demasiado. Por lo que nos deja este capítulo político, hay que exigirle a Uñac que mande a votar a favor todos los proyectos del Ejecutivo nacional, no va a quedar otra. A ojos cerrados, no importa si el Gobernador, los legisladores o el resto de los sanjuaninos estamos de acuerdo o no. Igual que Cristina Fernández. Los que no son kirchneristas son enemigos de la Patria. Al igual que el gobierno anterior, el macrismo no sabe medir el impacto que tienen sus decisiones en las provincias. El castigo a los peronistas puede quedar muy bonito en los diarios nacionales y en las mesas de café cercanas a la Casa Rosada, pero esa lectura cambia en las provincias donde ese castigo impacta al ciudadano común. Las encuestas lo dicen. La imagen del Presidente ha caído con fuerza en todo el país, pero bastante más en San Juan. ¿Cómo hace Macri entonces para disciplinar a los Gobernadores díscolos? Con política, no queda otra. La imagen que Macri construyó lo obliga al diálogo y lo aleja de los viejos modales. Lo anterior era más fácil. Es más difícil la política, pero es el camino que él mismo se forjó. Veremos si es capaz de continuar en él. Por ahora, y en el caso específico de San Juan, ha fallado.
¿Ven a Uñac como enemigo y por eso todo este lío? Es difícil responder esa pregunta, porque el sanjuanino recién está arrancando. Los famosos manuales de la política indican que de poder, siempre hay que elegir al enemigo. El macrismo primero puso a Cristina en ese lugar, y ahora parece que la cambió por el sindicalista Hugo Moyano. Uñac no encaja con las características de las figuras que Macri elige para pelearse: no tiene corrupción endilgable, tampoco envergadura política nacional y es joven. Tiene proyección y ganas. Y aquí va uno de los párrafos aparte prometidos. Para lograr ganar envergadura nacional hay que poner a trabajar a alguien y ese alguien es su hermano Rubén, el alfil más preciado del gobernador. Rubén se mostró esta semana con dirigentes del peronismo bonaerense que proponen diálogo el mismo día que kirchneristas, peronistas vetustos y randazzistas, entre otros, se juntaban para “voltear” a Macri. Al mismo tiempo, por esas mismas horas, Sergio estuvo con tres ministros del Gobierno nacional. Más señales no pueden haber. El uñaquismo va por ampliar su construcción política, pero sin abandonar la gestión. Sergio gobierna, Rubén construye, podría ser un buen resumen. Ayer el Senador viajó a Mendoza a reunirse con el intendente de San Rafael, Emir Félix, hermano del diputado nacional Omar Félix, de los pocos peronistas que quedan en una provincia gobernada por el macrismo. ¿Actuar en bloque en el Congreso? Todo puede ser. El peronismo está en esa época de renovación que ya no es natural, porque los que se tienen que ir se rehúsan a hacerlo. Un exfuncionario dijo esta semana que en algunas reuniones muy privadas, Cristina ha dicho que no tiene intención de encarar otra carrera presidencial, a menos que haya una “pueblada” que la provoque. Es decir, el peronismo vetusto se apresta a una pueblada. Ojo con eso.
La rareza del macrismo sanjuanino
O no tienen sangre y están cómodos o no les “calienta” ni el sol. O ambas. No se los ve, no se los escucha, no se los lee. Nada de nada. Eduardo Cáceres mandó un comunicado la semana pasada para felicitar a Roberto Diluciano por su incursión en Radio Nacional. Felicitación a la que me sumo, por su puesto. Pero de política, nada de nada. El Presidente intentó girar la agenda con lo del decreto por los parientes cuando ya las críticas por la reforma le habían comido varios puntos. No recibió el apoyo de casi nadie. Ni Rodríguez Larreta, ni Vidal, ni casi nadie. Ninguno de los referentes del macrismo en San Juan salió a respaldarlo. Sólo Cáceres le pidió a su hermana que renuncie a su puesto en Migraciones, pero como delegado del macrismo en San Juan debió reclamarle a los cinco intendentes que imiten a la Presidencia. Tampoco le pidió a Roberto Basualdo que haga renunciar a los más de 20 familiares que tiene en el Congreso. Sólo Fabián Martín promete un decreto parecido. Dicen que los intendentes macristas no imitan a Macri porque no tienen familiares en los municipios. Aunque quisiera creerles, sólo el ejemplo del caucetero Julián Gil echa por tierra esa afirmación. Ayer Cáceres se mostró con Gil, ¿le habrá dicho Cáceres al caucetero que tiene que firmar un decreto igual? No se entiende.
El macrismo sanjuanino, que antes estaba con Sergio Massa y previo a eso con Rodríguez Saá, tiene una oportunidad de oro gracias a que después de muchos años, pertenecen a un oficialismo nacional. De querer hacerlo, podrían tener el apoyo necesario para intentar derrocar al peronismo que los viene vapuleando desde hace quince años. Pero para eso hay que tener ganas. No las tienen. No se animan. Son de una cobardía y comodidad política que llama la atención. Son responsables directos de los abusos de poder que hubo durante 13 años en la provincia. En la Cámara de Diputados, la única que por ahora se salva es Susana Laciar, que intenta hacer su trabajo, el resto de la oposición basualdista en la Legislatura elige acomodar parientes en el poder y negociar sus propios negocios a hacer una oposición con fuerza. Lamentable.
El otro capítulo aparte prometido en las primeras palabras de esta nota es para el fiscal General de la Corte, Eduardo Quattropani. El funcionario le había dicho a este diario que no descartaba postular por un cargo en la Corte de Justicia. Y la semana pasada, antes que se conocieran las fechas para el inicio del concurso, le cerró la puerta a esa posibilidad. Dijo que por cuestiones familiares no iba a presentarse. Una lástima, tal vez la peor noticia que se ha conocido en la Justicia en los últimos tiempos. Quattropani hubiera puesto patas hacia arriba la modorra de ese cuerpo colegiado, que lo tiene a Guillermo De Sanctis como llanero solitario sin poder hacer mucho más de lo que hace. De Sanctis necesita un socio y, a pesar de la fuerte impronta de cada uno, “Yimmy” hubiese sido un compañero ideal de aventuras. Lamento la decisión de Quattropani, pero la valoro desde lo personal. Bien por Quattropani, mal para la Justicia. ¿Y ahora? El principal problema es encontrar un nombre que más o menos se asemeje a la figura del Fiscal General, lo que es ya un desafío importante. Vuelven a hablar de una mujer, pero eso parece más un deseo que una realidad. De los nombres que dan vueltas, ninguno le ata los cordones al fiscal, y si es alguno de ellos, se tendrá que armar de paciencia, porque va a recibir una andanada de críticas de arriba, lamentablemente.