Dentro de dos meses los municipios de la provincia harán controles de alcoholemia. Se trata de una buena noticia y de una acción necesaria para evitar más accidentes viales. Estos son más letales que el cáncer en el mundo, según estadísticas de la Organización Mundial de la Salud (OMS). Lógicamente, tantas víctimas, tantas familias destruidas y tanta gente que sobrevive, pero disminuidas en sus posibilidades, exigen algo más que dolor y lamentación.
La organización no gubernamental "Luchemos por la Vida" dio a conocer un informe anual sobre el número de personas fallecidas en accidentes viales ocurridos en el país durante el año pasado. La cantidad provisional de víctimas se eleva a 7.485, lo que significa un promedio diario de 21 muertos. El 68% de los accidentes fue multivehicular; en el 54% de los casos las víctimas eran menores de 35 años. Lo cierto es que la cantidad de víctimas es muy elevada y, proporcionalmente, ubica al país en los primeros lugares de los rankings mundiales sobre muertos en accidentes de tránsito.
Importa persistir con firmeza en la necesidad de la permanente educación vial y en los controles de alcoholemia. Muchos jóvenes salen a conducir en la noche, ya alcoholizados. Son las denominadas "previas" realizadas por grupos de amigos en casas particulares, donde se suele consumir alcohol sin ningún tipo de restricción, ya sea porque hay bebidas de ese tipo en los domicilios o porque las adquieren mediante deliveries o en quioscos y almacenes que no controlan la edad de los compradores o que, a pesar de conocerla, les venden las bebidas en forma camuflada. De ahí a los explosivos y dañinos cócteles como la "jarra loca" hay apenas un paso.
El momento es por demás oportuno para reiterar la impostergable necesidad de poner en ejecución todas las medidas al alcance de las autoridades tendientes a disminuir el excesivo consumo de bebidas alcohólicas por parte de los jóvenes y de los que no lo son tanto. Para obtener resultados satisfactorios, éstas deberían estar acompañadas de una intensa y bien programada campaña de información, que alerte sobre los riesgos que acarrea el abuso del alcohol, cuyas consecuencias negativas, y a menudo trágicas, son por todos conocidas.
Las autoridades tienen un papel fundamental en este tipo de controles, pero de lo que también se trata, sin dudas, es de un cambio cultural profundo, del que debemos participar todos.