Las acciones del hombre acusado de violar a su hija en Mendoza, causan asombro y desconcierto. La mente normal no está preparada para asimilar episodios que sobrepasan ciertos rangos, como es el de un padre que ha violado a su hija y ha tenido hijos con ella, de una relación que se extiende por 20 años y de una madre que estaba al tanto de los hechos.

La propia involucrada dejó pasar mucho tiempo antes de denunciar al perverso. Son muchas personas y con fuertes vínculos familiares las involucradas en los hechos. Es todo tan complejo, que sólo la presencia de un psicópata puede servir para entender en parte lo sucedido. El psicópata es un ser especial, con gran poder de persuasión, sumamente instintivo y que genera, de por sí, temor a aquellos que conviven con él. Es un experto en diagramar amenazas y coerciones; especialista de la mentira y de la manipulación. Respecto a ésta última se debe advertir que no es brusca e inmediata, sino que se hace a lo largo del tiempo, de tal forma que las personas que conviven con él se acostumbran a pequeñas inmoralidades hasta llegar a tolerar grandes dosis de perversión. Esto, unido a su capacidad de manipular la mente del otro y generando miedos, puede concluir en un resultado como el que ha sido noticia.

Son múltiples los interrogantes que surgen como el porqué la hija de 35 años recién ahora lo denuncia, o cómo es que la madre no defendió a su hija. La psiquiatría ofrecen las respuestas: La joven fue captada por el psicópata desde muy niña, ya que el hermano llegó a decir que fue abusada desde los 8 años, y a esa edad no puede contrarrestar con nada a los abusos, sólo puede avisar a su madre. Y ésta calla apañando al perverso. Es que antes que madre es una complementaria del psicópata; y la complementaria, antes que madre, es funcional a ese enfermo. El error consiste en desconocer que este hombre no es marido o padre sino es un psicópata. También la hija es víctima y a su vez complementaria del psicópata, por eso es que no lo denunció antes. El psicópata no considera a las personas con el valor de las personas, sino como objetos para su satisfacción. Tampoco responde a argumentaciones, a educación, a castigos ni a premios, por eso será reincidente.

En el perverso drama que se desarrolla en un escenario doméstico, todos sus miembros quedan comprometidos, tanto por acción como por omisión. Están quienes cometen el abuso o la violación y quienes, por innumerables razones, los toleran y callan. Lo indiscutible es la necesidad de proteger al menor y denunciar sin temor estos hechos.