El presente año esta signado históricamente -además de del bicentenario de la creación de la bandera- por otros hechos que también sucedieron hacen doscientos años. Tales eventos tienen que ver con la memoria del Gral. José de San Martín, más precisamente con el inicio de su accionar libertario y que Ricardo Rojas tituló en uno de los capítulos de su obra "El Santo de la Espada”, con el sugestivo nombre de "El Caballero de América”.
No es para menos, ya que el primero de estos sucesos se refiere a la llegada de aquel joven oficial, con ya una excelente enseñanza militar adquirida como cadete en el Regimiento de Murcia, y luego como egresado en la defensa de España nada menos que contra los ejércitos napoleónicos.
Durante su actuación en las filas del ejercitó se puso al corriente de las ideas liberales que sustentaron la Revolución Francesa, formando parte en las llamadas "Logias del Orden”, lo cual le permitió iniciarse luego en la "Logia Integridad de Cádiz”. A partir de entonces supo que su destino sería luchar por la libertad de las colonias españolas en América. José de San Martín junto con un grupo de jóvenes, todos consustanciados con ideas emancipadoras, partieron de Londres en la fragata "George Canning” en enero de 1812, llegando al puerto de Buenos Aires el 9 de marzo de 1812. En la capital del virreinato nuestro héroe se presentó al gobierno ofreciendo sus servicios a la causa.
Se le reconoció su grado militar -Teniente Coronel- e inmediatamente se le encomendó la formación de un nuevo regimiento, naciendo así el glorioso cuerpo de Granaderos a Caballo. Este sería el segundo hito que recordamos en alusión a los 200 años de su creación. San Martín instituyó este cuerpo en base a los sólidos conocimientos castrenses que experimentados oficiales jefes superiores de los ejércitos europeos, le enseñaron. Es por eso que utilizó en la preparación de sus tropas un criterio técnico, paciente y riguroso, basado en la premisa -como dice Gustavo Levene- que un ejército no se prepara en los campos de batallas, sino en los cuarteles. Así fue que casi un año después de aprestos y adiestramientos, sus granaderos se lucieron en la batalla de San Lorenzo.
Por último, el otro tema que también forma parte de esta recordación se refiere a su vida privada. Este fue el de su boda con Remedios de Escalada. Fue al poco tiempo de llegado a Buenos Aires, que San Martín conoció a esta bella adolescente de ojos negros. La jovencita pertenecía a una familia pudiente y de reputación, que quedó seducida ante la presencia de aquel aún desconocido joven militar. El casamiento se realizó en la Catedral de Buenos Aires, el 12 de septiembre de 1812. A partir de entonces mucho fue lo que ayudó y comprendió a su esposo, no dudando en acompañarlo hasta donde les daban sus fuerzas, en toda su carrera militar.
