La discusión sobre la despenalización del consumo de marihuana que se ha dado en los últimos tiempos en varios países, ha generado una falsa idea sobre los efectos de esta planta, pretendiendo algunos hacerla pasar como una hierba curativa, sin aclarar que provoca una adicción que es mortal.
Distintos organismos internacionales, entre ellos el NIH (National Institute of Drug Abuse), llegaron a la conclusión de que, fundamentalmente, la marihuana reduce en gran medida la capacidad de aprender y de hacer labores más complejas, por lo que desde ningún punto de vista sería correcto promover su consumo sin caer en un grave error.
Otro de los cuadros que se pueden presentar tras el consumo de marihuana son los casos de psicosis aguda y pérdida de identidad personal, los que pueden llegar a extremos muy preocupantes a tal punto de determinar la internación de los afectados, con dificultosos tratamientos para su recuperación.
Pero el mayor mal social que provoca la marihuana no está referido exclusivamente a la salud de quienes consumen la droga, sino también a los efectos que tiene en la sociedad con la pérdida del estado de paz que buscan todos los pueblos y la promoción del crimen organizado.
La vigilancia y los controles que se ejercen para evitar que este flagelo siga avanzando, no han logrado impedir que la marihuana llegue a los lugares menos pensados y que genere negocios multimillonarios, como lo ejemplifica el caso de que las personas que se dedican al tráfico de este alucinógeno se encuentren entre los más ricos del mundo. Actualmente se considera que la mitad de los ingresos del crimen organizado provienen de la venta de la marihuana y que las ganancias por las ventas ilegales son un factor determinante en el gran poder de los cárteles de la droga.
Pero en esta guerra no sólo caen los que están involucrados con este negocio, sino que a diario tenemos noticias de que personas de bien son asesinadas, secuestradas, extorsionadas y atacadas por los narcotraficantes.
Se ha llegado a la conclusión de que los millonarios recursos que gastan los gobiernos en combatir la comercialización de la marihuana como de otras drogas, no se ha traducido en una disminución de su uso, como tampoco en efectivas campañas de prevención.
