Va a finalizar un año durante el cual la educación no ha logrado superar los problemas que viene afrontando en los últimos ciclos lectivos, con serias dificultades para alcanzar el mínimo de días de clases, además de elevados índices de deserción y ausentismo.
Por ello las vacaciones de verano deberían ser aprovechadas por las autoridades educativas para planificar líneas de acción que eviten que los chicos se desvinculen totalmente durante tan largo período, de la posibilidad de seguir recibiendo, al menos, una mínima formación.
No se trata del dictando clases, pero si de crear dentro de las colonias de vacaciones u otras actividades recreativas que suelen organizarse en verano, los ámbitos apropiados para que los chicos continúen recibiendo un mínimo de contenidos, de manera que no sólo se priorice su formación física sino también la intelectual.
En ocasión del receso dispuesto a mediados de año por la Gripe A, se intentó poner en práctica el recurso de transmitir algunos contenidos educativos a través de la televisión o de Internet. Si bien la experiencia no resultó muy exitosa, se dejaron sentadas bases que podrían ser aprovechadas en esta ocasión.
La idea no es ajena para otros países como España, donde cada verano se pone en marcha una serie de programas destinados a que los chicos aprovechen sus vacaciones aprendiendo alguna disciplina que contribuya a su formación integral. Esto se complementa, en el caso de estudiantes más avanzados, con actividades de tipo solidarias o de práctica en empresas vinculadas a las carreras que están estudiando.
