Más que notables esfuerzos, convicciones oportunas acerca de la calidad educativa surgen en nuestro país, que lejos de conmover los cimientos de la Ley Nacional de Educación 26.206 apunta sobre las bases mismas de los recursos humanos es decir, sobre los docentes. Nuevamente se habla de capacitación y preparación de excelencia para cada escuela hasta los rincones más lejanos de nuestras comunidades sociales.
Sin embargo es de esperar que esta suerte de impulso promotor se instale justamente y en la oportunidad sobre los verdaderos factores que jerarquizan al docente como profesional de la educación para todo nivel del sistema educativo nacional, y no meramente sobre la base de un justo reclamo salarial.
Es que en educación primaria todos y cada uno de los docentes que enseñan ha obtenido el título docente, es decir son profesores titulados como tales de curso y carrera docente en los profesorados creados para tal fin. No obstante, en el nivel medio y superior profesionales, licenciados y técnicos tienen el mismo nivel jerárquico que los mismísimos profesores.
Al no haber el Estado saneado esta diferencia por puntajes y por haberes en la Comunidad Educativa, ahora deben ser los mismos padres, alumnos y profesores los que deben hacer notar la diferencia de la preparación e idoneidad que el mismo Estado otorgó al crear los profesorados. Para ello sería importante que en los establecimientos educativos de todo el país y advertidos sobre la enseñanza reconocer que no todos los docentes son profesores por lo que financieramente habría que ajustar la escala de puntajes y sueldos acorde a la jerarquía pedagógica de los saberes adquiridos por la formación docente de una didáctica aplicada y una pedagogía fundada en la obtención del título docente.
Recordemos que es insostenible en estos tiempos creer en un consenso ocupacional donde instructores, técnicos o profesionales de otras categorías se instalen en el Sistema Educativo porque simplemente no encuentran trabajo o un lugar para el desempeño de sus formalizadas o colegiadas profesiones. Esta sería la condición y los auténticos y legales antecedentes para un ‘acuerdo por una educación de calidad”. La necesidad de avanzar hacia una educación de calidad merece estas reflexiones.