Una reciente encuesta del Centro de Opinión Pública de la Universidad de Belgrano (Copub), realizada en la ciudad de Buenos Aires, reveló que los porteños saben poco y nada del funcionamiento del Estado y de sus deberes.

Seis de cada diez desconocen cuántas provincias tiene la Argentina, sólo la mitad identifica a los tres poderes del Estado y el 61% no sabe que hay más diputados que senadores ni cómo funciona el Congreso. Los datos asombran, porque el electorado porteño es el que consume mayor información de los medios y de Internet. Tampoco los 25 años de vida democrática parecen haberse traducido en un aprendizaje del funcionamiento del Estado.

Expresa también el bajo nivel general de la educación, un problema que se agrava en América latina, donde el porcentaje de analfabetos se sitúa en torno a los 34 millones de personas. El 40% de los jóvenes y adultos de la región no terminó la educación primaria, y mientras que los alumnos cuyas familias están en el 20% de mayores ingresos logran estudiar más de once años, los que viven en el 20% de las familias más pobres sólo alcanzan algo más de tres años de escolaridad promedio. Ahora los jóvenes tienen tres o cuatro años más de formación que sus padres, pero existe un amplio desajuste entre el nivel educativo y el empleo. Ello es debido a las mayores competencias laborales exigidas, a la falta de vinculación entre la educación y la formación técnico profesional, y a los problemas en la regulación del mercado del trabajo.

Con el fin de enfrentar colectivamente estos retos urgentes, la Organización de Estados Iberoamericanos para la Educación, la Ciencia y la Cultura (OEI) impulsa un valioso proyecto con motivo de los bicentenarios de las independencias de la mayoría de sus países miembros. Aspira a lograr que la generación de los bicentenarios sea la mejor preparada de la historia.

El proyecto formula metas ambiciosas que deben lograrse en 2021, año en que culminan los festejos en la mayoría de las naciones. Además no establece sólo metas e indicadores adaptados a la situación de cada país, sino que también incluye la creación de un Fondo para la Cohesión Educativa, que ayudará a los países más pobres a lograr las metas establecidas.

Algo de lo que los gobiernos y los ciudadanos deben convencerse es que hay que educar desde la infancia con bases sólidas y eficaces para luego actuar con libertad, ya que educar a un niño no es hacerle aprender algo que no sabía, sino hacer de él alguien que no existía.