En medio de la realidad diaria de precios exorbitantes de los alimentos en góndola en paralelo a la situación económica terminal de productores regionales, es que en la Argentina nos debemos plantear reformas estructurales que permitan modificar los componentes de la cadena de valor de nuestros productos agroindustriales.
El tema ha tomado relevancia a partir del debate sobre la creación de Tribunales especiales de la competencia, propuesto por la dra. Elisa Carrió quien ve en la concentración empresaria y los grandes monopolios uno de los factores que influyen en la determinación discrecional de precios; haciendo al sector privado responsable en parte de la situación de pobreza de los argentinos, esto ha generado un amplio debate en donde a sectores privados y públicos se reparten culpas y responsabilidades.
A efectos de poner a disposición de los lectores las herramientas para comprender las distorsiones en la cadena de valor de nuestra agroindustria y poder formar una opinión propia sobre el tema, es importante resaltar que el precio final de un producto en góndola es la sumatoria de valores agregados por los distintos eslabones de la cadena que intervienen en el proceso de producción primaria, industrial y comercial del mismo. Este flujo de bienes y servicios fluyen desde el campo a la góndola a través de un sistema logístico, se contrapone un flujo monetario que es distribuido entre los eslabones de la cadena.
Como elementos externos encontramos la presencia del Gobierno y prestadores de servicios intangibles tales como seguros, marketing y financieros.
Llegado este punto del análisis y en reconocimiento de las debilidades de nuestro país en términos de alta concentración del mercado en los grandes centros urbanos de la Pampa Húmeda, y las grandes distancias entre la producción regional y los consumidores y la falta de conexión entre las provincias.
Es donde debemos comenzar a abordar este problema, debiendo como paso previo intentar responder a las siguientes preguntas:
¿Está el gobierno protegiendo los eslabones más débiles de la cadena? A ese pequeño productor primario y el consumidor final?
¿Existe una concentración industrial y carterización que distorsiona el agregado de valor final?
¿Es el componente logístico y su crecimiento monopólico a partir de la gestión Moyano el gran responsable del precio?
¿Es la voracidad fiscal del Estado en sus tres niveles, el responsable de los precios que pagamos?
¿Es la concentración de ventas en el gran retail, el responsable de la distorsión?
¿Es el alto costo estructural en término de costo de financiamiento y servicios intangibles el responsable?
¿Es el costo oculto de la corrupción y los retornos el gran responsable?
Evidentemente la distorsión que enfrentamos es producto de una multiplicidad de falencias tanto en el sector público como privado, es necesario que avancemos para una resolución del tema en varias facetas en forma simultánea, las economías regionales, representadas por un atomizado grupo de productores agrícolas y pymes agroindustriales, requieren de una distribución más equitativa y justa del precio final. Para ello se debe avanzar en:
-Erradicación de los costos ocultos de la corrupción y sobreprecios. -Reducción de la presión fiscal y eliminación de la duplicidad de gravámenes. -Instrumentación de un servicio logístico alternativo de menor costo (tren) en paralelo a una redefinición del transporte interprovincial. -Control y presión sobre los grandes grupos concentrados tanto industriales como comerciales impidiendo las prácticas de carterización e imposición discrecional de precios. -Disminución de costos financieros, de seguros y comercialización.
En la Argentina de las ventajas comparativas y competitivas para la producción de agro-alimentos de altísimos estándares de calidad, afrontar la discusión sobre la redistribución del ingreso entre sus operadores productivos es un debate que no debe ser postergado. Los generadores de riqueza genuina de nuestro país requieren de una solución en donde el Gobierno y sectores privados asuman su nivel de responsabilidad y compromiso.
