La visita del papa Francisco a Cuba y Estados Unidos desplazó de las primeras planas a la histórica reunión celebrada el miércoles último en Cuba por el presidente colombiano, Juan Manuel Santos, y el líder de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), Rodrigo Londoño, más conocido como "Timochenko”, para poner fin al conflicto armado iniciado hace más de medio siglo en América latina, dejando más de 220.000 muertos y millones de desplazados.

El encuentro en La Habana -sede permanente del proceso de paz iniciado hace tres años-, permitió concretar el difícil tema de la justicia para llegar a un acuerdo definitivo en los próximos seis meses y el desarme de la guerrilla 60 días después. Además se creará un tribunal especial para juzgar a los peores crímenes del conflicto, incluyendo abusos sexuales, secuestros, torturas y ejecuciones, pero también una posible amnistía para los demás combatientes. El tribunal será integrado por magistrados colombianos y juristas extranjeros, buscando respuestas para las víctimas y condena a los autores de crímenes de guerra.

La repercusión en el plano internacional es de trascendencia histórica, ya que Iberoamérica quedará exenta de guerras, y más en EEUU país que ha gastado miles de millones de dólares en ayuda a Colombia para combatir al narcotráfico y a la guerrilla, en una ofensiva que permitió reducir el número de combatientes de las FARC a unos 8000 desde los 17.000 que tenía en la década del 90.

Este proceso de paz debe recorrer un camino difícil y complejo, planteando serias dudas. Es difícil imaginar que la fórmula de justicia transicional supere el riguroso enfoque de la Corte Constitucional colombiana o, en última instancia, de la Corte Penal Internacional, ya que este sistema especial incluye beneficios para quienes admitan su responsabilidad en delitos graves o crímenes de guerra, lo que conlleva impunidad.

Además, debe aprobarlo el Congreso colombiano donde Santos enfrenta una fuerte oposición liderada por el influyente ex presidente y actual senador Álvaro Uribe, vehemente crítico de la negociación con las FARC. Dice que permitirá a los rebeldes y a militares tener sentencias reducidas a cambio de confesiones, es decir iguala a los militares con los terroristas.