Toda protesta, con acciones directas que impiden desarrollar una actividad lícita, tiene consecuencias perjudiciales en cualquier sector. Pero cuando se paraliza la actividad escolar, el daño puede ser irreversible porque las víctimas son los educandos impedidos de recuperar las clases perdidas por el acotado calendario escolar.
Una medida intempestiva, impacta de lleno en la población escolar porque es la más vulnerable del sistema, aunque se argumente un reclamo legítimo como el que esgrimen los padres de los alumnos de la escuela Ricardo Güiraldes, ubicada en Tudcum, departamento Iglesia, que ayer cumplió una semana sin clases. Los motivos de los padres para no enviar a los chicos a ese establecimiento de jornada completa pueden ser atendibles, si es cierto que la alimentación es deficitaria y la contención sustentada en ese modelo educativo no revela el progreso que esperan los progenitores y directamente lo tildan de tiempo perdido.
Es probable que existan razones para que la gente de este pueblo sencillo y pacífico, como todos los del interior de nuestra provincia, haya llegado a esta instancia e incluso, como dijo una madre, "sabemos que estamos perjudicando a los chicos pero asumimos la responsabilidad”, porque el problema viene de años y fue reiteradamente planteado a la dirección del establecimiento. Pero también sorprende la pasividad de las autoridades escolares de la provincia y hasta del propio municipio iglesiano, que debieron intervenir rápidamente para impedir que el conflicto desborde como finalmente ocurrió.
Por algo los manifestantes advierten la falta de autoridad y de organización institucional y siguen esperando ser escuchados por funcionarios ministeriales con poder de decisión para corregir el funcionamiento del comedor, con poca y mala calidad de los alimentos que reciben los chicos, y la parte logística escolar, según expresan, recordando que este esquema lleva ocho años.
En 2013 en Argentina se batirá el récord de días feriados: 17 recesos y 7 fines de semana largos por lo cual uno de cada tres días no se trabajará. Está pendiente el 31 de enero venidero, conmemorativo del bicentenario de la primera Asamblea General Constituyente de 1813 y a este cronograma se deben agregar los asuetos por determinadas fechas, como festividades locales. Si se suman huelgas sectoriales y también el interrogante: ¿cómo llegaremos a los anhelados 180 días de clases?
