La Cámara de Diputados de Santa Fe transformó en ley, el jueves último, un proyecto que establece el descanso dominical para los empleados de comercio de la provincia que, además, incluye numerosos días no laborables establecidos en el calendario oficial. La aprobación de la Cámara baja, tras aceptar las modificaciones introducidas a la norma en el Senado
provincial fue en medio de una manifestación de trabajadores mercantiles en contra de la ley, ya que para ellos significan despidos masivos al achicarse considerablemente la planta laboral.
Es más, antes de la aprobación de esta cuestionada ley y por las declaraciones públicas del gobernador Antonio Bonfatti, adelantando que no iba a vetarla, una cadena nacional de supermercados suspendió a 150 empleados, lo que obligó a las autoridades laborales a dictar la conciliación obligatoria, en tanto otras firmas anunciaron que concurrirán a la Justicia por considerar que la nueva ley es inconstitucional en letra y espíritu.
El proyecto original de la ley santafesina era mucho más restrictivo, ya que pretendía cerrar todos los comercios, incluyendo a los shoppings y a los supermercados que funcionan dentro de esos grandes centros de venta, pero mediante cierta flexibilización de los senadores, seguirán operando los rubros entretenimiento, gastronómico, estaciones de servicio y farmacias. Todo esto con el propósito de "recuperar derechos de los trabajadores”, según la demagogia que ya está en campaña con promesas de reinvindicaciones que en absoluto coinciden con aquellos empleados mercantiles que forman parte de los equipos que las grandes empresas disponen para atender los domingos y feriados.
Los políticos, comprometidos con la dirigencia sindical, no reflexionaron ni midieron las consecuencias que tiene para la población en general estos cierres extemporáneos que impiden hacer compras cuando otras ocupaciones lo permiten. Todo se consumó en un trámite exprés, mediante la aprobación con 31 votos a favor y una abstención, en sólo media hora de tratamiento parlamentario, mientras en la calle el sentido común se manifestaba con insultos y portando pancartas contra la caprichosa norma y en favor del trabajo digno. El garantizado por la Constitución como medio lícito de ganarse el sustento.