Puede afirmarse que a los 16 años de edad, la vida de Sarmiento se caracterizó por el despertar de su vocación de maestro, el ejercicio de la función docente para canalizar ese impulso vocacional, un proceso reflexivo ante la realidad político económica, social y cultural del país, que lo llevó a concebir la teoría de la educación popular como palanca insustituible, para movilizar el mundo desde las tinieblas de la barbarie a la luz de la civilización. Deseaba establecer la educación obligatoria, gratuita, graduada; quería la educación básica para la totalidad de los hombres y mujeres. De ahí su afirmación de "Educar al soberano” es decir, al pueblo. Intensificó esta labor educativa cuando fue gobernador de San Juan, 1862-1864; como presidente, 1868-1874; como director general de Escuelas en Buenos Aires, 1875-1880 y primer Presidente del Consejo Nacional de Educación, 1881-1882. Con este último cargo, finaliza casi setenta años de labor y de prédica a favor de la educación.

En sus programas tuvo una posición clara frente a la educación física de los ciudadanos. Sarmiento destacó la importancia de la gimnasia como factor de disciplina social. En 1873, el ministro de Justicia, Culto e Instrucción Pública Juan C. Albarracín, introduce en los colegios nacionales, por primera vez los ejercicios físicos, en un plan, con un decreto que decía en su Art. 6º: "En una de las horas destinadas al recreo (no duraban más de quince minutos) habrá diariamente ejercicios gimnásticos y la asistencia a ellos será obligatoria en dos días a la semana…”

La creación del Parque Tres de Febrero, también denominado Bosques de Palermo en la Ciudad de Buenos Aires, fue obra de su iniciativa y tenacidad, inaugurándose en 1875. Esta obra tuvo por finalidad la de crear un espacio para que los porteños realicen actividades físicas al aire libre. En aquella oportunidad decía Sarmiento: "El Parque Tres de Febrero será hoy en adelante el patrimonio del pueblo, verdadero tratamiento higiénico, que robustecerá sus miembros por el saludable ejercicio…”.

En 1881, Sarmiento expuso los motivos de los ejercicios militares en las escuelas como gimnástica e higiene. El niño necesita movimiento para dar crecimiento y fuerzas a sus miembros. Los ejercicios de conjunto, robustecen el espíritu de asociación”. En 1882 se realiza en Buenos Aires el primer Congreso Pedagógico Sudamericano y en sus declaraciones figura: la enseñanza de la gimnástica que debe ser obligatoria en las escuelas comunes y privadas, comprendiendo respecto de los varones, los ejercicios de marchas y evoluciones militares. En 1884 se aprueba la Ley 1420 de Educación Común y que constituyó una legislación educacional completa, orgánica y progresiva, en unos de sus artículos aparece la educación física y los ejercicios militares.

En el Art. 6º se enumeran las distintas materias y entre ellas Gimnástica. En 1886 escribía: "Una hora de mover los brazos, la cabeza a derecha, a izquierda, hacia arriba, hacia abajo, a la voz del maestro, todos a un mismo tiempo y en perfecta igualdad…”.

Sarmiento concebía la actividad física como un proceso inseparable de la educación y sostenía la existencia de influencias recíprocas entre lo físico, lo psíquico y lo espiritual. La finalidad que le asignaba a la Educación Física era la de robustecer, fortalecer a los jóvenes y la de ser un agente socializador.