"Es casi general la opinión de la monarquía constitucional. Han perdido casi totalmente el campo los del republicanismo. Nuestra opinión cunde y ya no hay embarazo de hablar, ni aun escribir acerca de ella”. Con estas palabras, Bernardino Rivadavia exponía el sentir de la época, en relación al sistema de gobierno que debía adoptar la nación recientemente independizada el 9 de julio.

"Yo hablé, me exalté, lloré e hice llorar a todos al considerar la situación infeliz del país. Les hablé de la monarquía constitucional. Todos aceptaron la idea”. El día 6 de julio, Manuel Belgrano había sido citado a sesión secreta del Congreso y al analizar la situación europea, manifestaba que se debía adoptar el sistema monárquico para estar en sintonía con las naciones del viejo mundo.

Ya había pasado el glorioso 9 de julio, mes en que por la acción del presidente del Congreso, el sanjuanino Francisco Narciso de Laprida, siguiendo los deseos y directivas del gobernador Intendente San Martín y el "clamor del territorio entero por su emancipación solemne del poder despótico de los reyes de España”, se proclamara la independencia de las Provincias Unidas del Río de la Plata. El Padre de la Patria había insistido: "¿Hasta cuándo esperamos para declarar la independencia?…

La forma de gobierno ocupó el orden siguiente de importancia en los debates del Congreso. El 15 de julio el diputado por Charcas, José Severo Malabia, solicitó el tratamiento con preferencia sobre la forma de gobierno que debían adoptar las Provincias Unidas. Afirman las crónicas que Fray Justo Santa María de Oro protestó fuertemente, sosteniendo que era preciso consultar previamente a los pueblos, agregando con energía inusitada: "que en caso de procederse sin aquel requisito a adoptar el sistema monárquico constitucional,…se le permitiese retirarse del Congreso. Se le contestó detenidamente por algunos señores diputados y no cediendo a sus convencimientos, terminó la sesión”.

La negativa decidida de Oro, frenó y bien podríamos decir, sepultó el tratamiento y definición de la forma de gobierno en el Congreso de Tucumán.

El 26 de agosto de 1817, Oro se dirigió al cabildo de San Juan, explicando su conducta, lo que muestra la vocación republicana de nuestro prócer, a contrapelo de la opinión generalizada de los hombres mas notables de la época, que adherían a la monarquía: "Tenía entendido que sin la necesaria concurrencia de todas las provincias, sería extemporánea y viciosa la discusión (sobre la forma de gobierno) y mucho mas la resolución que con urgencia y prontitud se solicitaba. Por lo que toca a la (provincia) de mi representación, nada mas incompatible con la felicidad que el sistema de una monarquía constitucional, cuyo establecimiento se manifestó muy valorado en los debates a favor de la casa de los incas, que sería llamada al trono. Así que oponiéndome a esta idea desde el principio, creo seguir la opinión de mi pueblo”.

¿Cuál era el origen en Oro, de su actitud decididamente republicana? El padre Rubén González, historiador dominico, nos da su visión: "Creemos no equivocarnos al afirmar que sus convicciones no eran del momento, sino muy arraigadas en su espíritu y provenían del sistema de gobierno de la Orden a la que pertenecía.

La Orden Dominicana está estructurada en una federación de provincias independientes entre si y que reconocen a un Maestro General, como jefe supremo después del Papa. Los religiosos de cada convento eligen a sus superiores; estos, acompañados por un delegado de cada convento, elegido con prescindencia del prior, eligen al Provincial. Los priores provinciales, a su vez, con dos delegados de cada provincia eligen al Maestro General. Todos estos cargos se desempeñan por un determinado número de años, establecidos en la Constitución de la Orden: El prior dura tres años, el provincial cuatro, el general doce. Fray Justo hace alusión en diversas ocasiones al régimen republicano de la Orden.

Al ser elegido provincial de Chile en 1818, Oro se refiere a "las formas republicanas en que está fundado nuestro gobierno monástico”. El 1 de abril de 1818, al "Instituto Sagrado republicano de nuestra Orden de Predicadores""

Este fraile sanjuanino notable, primer diputado electo al Congreso de Tucumán, que será elegido en 1832, primer Obispo de Cuyo y de la Nación Independiente, era un patriota ferviente, quien sostenía que: "La independencia de América, es conforme a los principios de la razón y la justicia natural, confirmada por la gracia de los Evangelios y el orden de los sucesos humanos”. Ángel D. Rojas dirá de él: "Tuvo, dos grandes amores que se unificaron en su alma: el de su Iglesia, a la cual consagró la parte mas noble de su ser; el de su patria, simbolizado en esas dos formas eternas: la Independencia y la República”

Es decididamente, el hombre que posibilitó la adopción del sistema de gobierno republicano en nuestra tierra. Así lo afirma Joaquín V. González: "Cuando se dice que a Fray Justo de Santa María de Oro se le debe el establecimiento de la República, se expresa una irrefutable verdad histórica”.