San Juan tiene su asiento en la placa de Nazca, que es una de las zonas de mayor riesgo sísmico del mundo. Este conocimiento sugiere inmediatamente una exigencia lógica: la provincia debiera contar con la mejor organización de Defensa Civil de todo el planeta. Resulta lamentable y triste reconocerlo, pero San Juan ha postergado incomprensiblemente la conformación de una Defensa Civil en el nivel de sus circunstancias.

En San Juan se producen de 20 a 25 movimientos sísmicos por día. Esta realidad motiva a desarrollar importantes estudios para develar la incógnita que genera diversas hipótesis científicas. La provincia se ha caracterizado en ese sentido por terremotos tremendos con alto índice de muertos y destrucción material que han llenado de pánico a la comunidad y regado con sangre y dolor el sendero sísmico afectado. A pesar de ello, no se ha tomado conciencia ni reflexionado sobre la importancia de erigir su Defensa Civil como una medida y decisión ejemplarizadora que compatibilice con la loable labor generada por el Inpres.

En el caso de la actual amenaza de la gripe A, habría que tener en cuenta que Defensa Civil es fundamental porque tiene monitoreado e inventariado los elementos técnicos, herramientas, parque automotor, edificios, escuelas y hospitales existentes en la provincia. Inscribe y actualiza por sus nombres los registros de idóneos, técnicos, profesionales, científicos, toda clase de expertos de cada estamento gubernamental y de empresas privadas. Cuenta también con un numeroso registro de voluntarios y realiza y suscribe pactos interprovinciales de asistencia recíproca en caso de emergencias que evitan, además, la burocracia administrativa cuando la adversidad apabulla.

En estas emergencias no debe ni puede cada uno expresar públicamente cuanto crea conveniente. El canal idóneo donde debe transcurrir la palabra en la emergencia es la Defensa Civil.

El tiempo en la emergencia tiene un valor inconmensurable y no puede desperdiciarse equivocando el camino idóneo. Sostener todo el año una repartición de gobierno para luego ignorarla por completo cuando se le requiere en nombre de la vida, es de una necedad que a todas luces abofetea a toda la sociedad.