El Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (INDEC) volvió a subestimar en forma burda el aumento del índice de precios al consumidor (IPC), al dar a conocer la inflación del pasado mes. Según el organismo, la suba de los precios minoristas fue de 0,7%, con aumentos de 0,8% en el rubro de alimentos y bebidas; 1% en indumentaria; 0,3% en vivienda y servicios básicos; 1% en equipamiento y mantenimiento del hogar, 0,5% en atención médica y gastos de la salud; 0,3% en transporte y comunicaciones; 1,8% en esparcimiento, y 1,4% en educación.
De acuerdo con el comunicado del ente dirigido por los cuestionados funcionarios Ana Edwin y Norberto Itzcovich, en los últimos 12 meses, la evolución del IPC oficial fue de 11,1% y desde diciembre último, del 8,3 por ciento. En cambio, las consultoras privadas ubicaron la suba de precios al consumidor en torno al 1,8%, más del doble de la estadística oficial. La consultora Economía & Regiones, que dirige Rogelio Frigerio, indicó que los nueve meses de 2010 dejarían una marcada tendencia alcista en lo que respecta a los precios minoristas, haciendo que el incremento de precios supere el 20% anual en contraste con el aumento, interanual, de los precios minoristas para el INDEC, que alcanzó un 11% aproximadamente entre septiembre de 2010 y el mismo período de 2009. Por su parte, la canasta del INDEC que mide la indigencia se ubicó en 550 pesos y la de pobreza, en 1197 pesos, mientras que según la consultora FIEL, se ubicó en 1037 pesos y 1953 pesos, respectivamente.
Pero lo peor de todo es que el Gobierno nacional no admite iniciar un proceso de reformas que no es fácil ni inmediato. Cinco universidades presentaron una carta con tono de protesta al ministro de Economía, Amado Boudou, por eludir la discusión del crítico informe que ellas elaboraron, a pedido del Gobierno, sobre el INDEC. La misiva indica que hace tres semanas que los rectores esperan que el ministro los reciba para analizar el informe académico elaborado durante un año. Es que el informe expresó que no se puede considerar el IPC que mide el INDEC como una medida fiable, ni como un insumo adecuado para poder medir otros indicadores, como la pobreza y el desempleo.
Con cifras falsas no sólo se menosprecia a los ciudadanos, sino que también se pone en riesgo el prestigio internacional del país.
