El lunes pasado comenzó en Nagoya, Japón, la Cumbre de las Naciones Unidas sobre Biodiversidad, que se extenderá hasta la semana próxima para que el mundo no permita perder su riqueza natural. Por eso se han realizado llamamientos expresos a la comunidad internacional para actuar de inmediato para frenar la alarmante tasa de extinción de especies y la destrucción del ambiente.

La diversidad biológica hace referencia a la amplia variedad de seres vivos sobre la tierra y los patrones naturales que la conforman. Comprende igualmente la variedad de ecosistemas y las diferencias genéticas dentro de cada especie que permiten la combinación de múltiples formas de vida, y cuyas mutuas interacciones y con el resto del entorno fundamentan el sustento de la vida sobre el planeta.

Al comenzar la Conferencia, la ONU alertó de que menos de un 1% de los océanos y en torno a un 12% del espacio terrestre están protegidos. A su vez subrayó la importancia que tienen las zonas protegidas como amortiguadores del cambio climático y la pobreza, por lo que instó a las partes presentes en la convención a elevar las zonas protegidas a un 15% en el caso de las marítimas y a un 25% en el de las terrestres.

Uno de los pilares de las negociaciones actuales es el llamado protocolo ABS, contra la biopiratería, cuya finalidad es hallar una solución justa para el reparto equitativo de los ingresos derivados de la extracción de sustancias biológicas. Las propuestas contemplan que grupos farmacéuticos, que producen medicinas a partir de plantas tropicales cedan parte de sus beneficios a la población del país originario de las sustancias en cuestión.

La aprobación de un protocolo contra la biopiratería podría ser determinante para que los países en vías de desarrollo ratifiquen el borrador de la estrategia de protección de la biodiversidad, presentado en Nagoya. El único Estado industrializado que rechaza la Convención sobre la Protección de la Biodiversidad es Estados Unidos. Durante las tres últimas décadas, la disminución y la extinción de especies ha sido uno de los problemas más notables. La Unión Mundial para la Naturaleza señala que cerca del 24% de los mamíferos y el 12% de las aves del mundo están amenazadas.

Si se sigue a este ritmo, en 2050 se habrá extinguido más de un tercio de las especies.