La importancia del uso racional y la preservación del agua dulce como un recurso agotable y esencial para la vida, impuso esta fecha como el Día Internacional del Agua, propuesta surgida el 22 de marzo de 1992 en víspera de la Cumbre de la Tierra celebrada en Brasil. El llamado de las Naciones Unidas a reflexionar sobre la importancia del líquido elemento en el sustento de la seguridad alimentaria y mejores condiciones de vida de la humanidad está relacionado con una demanda creciente sobre un recurso agotable.
La escasez de agua, en muchos lugares agravada por y el cambio climático, impacta en particular en las naciones en desarrollo y más todavía en regiones donde el hambre crónico afecta a casi mil millones de personas, en tanto otros 800 millones carecen de sistemas potabilizadores. Es que la agricultura, y por ende la producción de alimentos, es la mayor consumidora del recurso: se necesitan 2450 litros de agua para cosechar un kilo de arroz, y 6.000 litros para obtener un kilo de carne de cerdo. Por eso el hambre y la sequía generan inestabilidad social y política, lo que no descarta que las guerras del futuro no serán por posiciones ideológicas sino estratégicas para tener el manejo del agua.
San Juan, como zona semidesértica, ha desarrollado a través de su historia una cultura de prevención y uso racional del agua con obras de infraestructura, caso de los diques, la red de canales, los modernos sistemas de riego para optimizar el uso del recurso y el aprovechamiento de los acuíferos subterráneos mediante baterías de pozos para reforzar caudales de superficie en épocas de escasez o bien perforaciones particulares.
Pero no por haber avanzado en la sistematización que posibilita ampliar la frontera agrícola y cubrir la demanda poblacional, los sanjuaninos podemos decir que está todo hecho. Por el contrario, somos vulnerables en la provisión de agua potable por falta de obras básicas o por del mantenimiento adecuado de las existentes. La batería de pozos de Zonda no está en condiciones de ser un paliativo debido al abandono que sufre; las reservas de agua potable no alcanzan para un día en el Gran San Juan y la precariedad del servicio en los departamentos se puede comprobar con el ejemplo de Jáchal: 3.000 vecinos sin agua por no tener una bomba de repuesto en la planta.
Poco se sabe también de los estudios sobre la calidad de los cursos contaminados con sustancias naturales, como boro y arsénico, a fin de depurarlas para que formen parte de las reservas del futuro, que tanto preocupa a la comunidad mundial.
