Debido a la crisis sin precedentes que azota al mundo globalizado, los países que conforman el denominado Grupo de los Veinte (G-20), que incluye a la Argentina, a través de sus principales líderes, presidentes y jefes de gobiernos, buscarán a fines de esta semana, el camino para enfrentar las consecuencias de la crisis financiera internacional, en un ambiente previo cargado de escepticismo.

Es difícil encontrar hoy a algún analista político internacional que se anime a adelantar un moderado optimismo sobre el resultado de esa reunión. En ese marco, la cita también contará con la asistencia de la presidenta argentina, Cristina Fernández de Kirchner quien llegará a Londres en fecha emblemática, el 2 de abril.

La Presidenta estará acompañada por el representante argentino ante el gobierno de los Estados Unidos, Héctor Timerman, quien surgió a la vida política de la mano de Elisa Carrió. Timerman acaba de elogiar las cifras oficiales del Indec sobre precios, descartando la onda inflacionaria de analistas privados. No son las mejores credenciales para una reunión de semejante nivel, donde las cifras de las economías representadas deben ser creíbles para todos, en tiempos donde no hay lugar para los acertijos.

Hoy, lejos de erosionar la fortaleza del motor principal del capitalismo internacional, la situación financiera mundial beneficia con claridad al mismo país donde estalló la crisis originada en las hipotecas de baja calidad, los Estados Unidos. El miedo es un actor principal de las inversiones financieras, pero el mundo estima que, por el momento, el único país donde el dinero queda al margen de las convulsiones, con garantías de certeza y seguridad, es el país del presidente Barack Obama, allí donde precisamente comenzaron las turbulencias. Por ahora, el dólar es el gran beneficiado.

El G-20, que fue creado en 1999 para analizar las nuevas realidades de la economía globalizada, reemplazó desde el año pasado a los actores iniciales del proceso, ministros de economía, finanzas, presidentes de bancos centrales, por los máximos líderes de los países, tal como ocurrirá en esta nueva ocasión.

Cristina viajará a Londres a ese ámbito con un manual de conceptos que difícilmente logre buen ambiente entre los asistentes, ya que para buena parte de los analistas de la economía internacional, el reloj de los Kirchner atrasa. El objetivo del gobierno argentino en hacer del capitalismo financiero con los organismos internacionales de crédito (FMI, Banco Mundial) el centro de los ataques políticos ha caído en desuso y en esa línea sólo continúan el venezolano Hugo Chávez, el boliviano Evo Morales y, por supuesto, el eterno Fidel Castro.

Antes de comenzar, la reunión ya está dividida en dos grupos muy homogéneos. Los Estados Unidos con Gran Bretaña y Canadá, enfrentados con los europeos por la solución a la crisis. Los primeros insisten en gastar (compromiso fiscal) para fortalecer a las instituciones financieras, "limpiando" los activos contaminados. Por su parte, los europeos no quieren saber nada con este concepto y parece que pelearán por construir un sistema de regulaciones que tenga alcance internacional, pero sin poner un centavo más del (escaso) que hasta ahora han puesto para reactivar sus castigadas economías. Sostener el sistema financiero, el rol que jugarán los EEUU, regular la economía mundial, el papel de los europeos, etc. Imposible conciliar ambas posiciones.

¿A dónde jugará Cristina o, en definitiva, la Argentina? El gobierno de los Kirchner levantará, sin dudas, la bandera del rechazo al plan de Obama, siguiendo una línea político-cultural de enjuiciar al sistema financiero y defender el consumo interno, en una reunión donde hasta los actores enfrentados están de acuerdo en eliminar todo tipo de trabas y barreras a la actividad del comercio internacional.