A la crisis interna de la Santa Sede se ha sumado la del Instituto para las Obras de Religión (IOR), más conocido como Banco Vaticano, tras la destitución de su presidente, Ettore Gotti Tedeschi, quien guardaba en su casa decenas de e-mails, apuntes, una agenda con citas y datos sobre depósitos con las comisiones ilegales pagadas por empresas a algunos importantes funcionarios y políticos italianos.

El ya "ex banquero de Dios” reunió esa documentación comprometedora para difundirla en caso de que se cumplieran sus más funestos temores y fuera asesinado. Ahora ese cúmulo de papeles se encuentra en manos de la Justicia italiana y el Vaticano ha expresado, el viernes pasado, su "sorpresa y preocupación” ante las noticias sobre la incautación por parte de los fiscales italianos del dossier secreto de Gotti Tedeschi. Y no sólo eso: la Santa Sede lanzaba una advertencia a los magistrados, expresando su "máxima confianza en que las prerrogativas soberanas reconocidas a la Santa Sede por la legislación internacional sean adecuadamente respetadas” por las autoridades judiciales italianas. Es decir, que no pretendan divulgar cuestiones que sólo conciernen al Vaticano.

El dossier secreto elaborado por Gotti Tedeschi parece contener sobre todo papeles que demostrarían la fuerte oposición con que se habría encontrado dentro del Vaticano al tratar de imponer transparencia en el tradicionalmente opaco funcionamiento del Banco de la Santa Sede. Esa institución financiera, que gestiona un patrimonio de unos 5.000 millones de euros a través de 44.000 cuentas corrientes reservadas a dependientes vaticanos, eclesiásticos y una reducida cantidad de entes privados, se ha visto en numerosas ocasiones salpicada por las sospechas de que podría dedicarse a lavar dinero. De hecho, está siendo investigada por una operación de 23 millones de euros que según las autoridades judiciales italianas podría esconder un delito de blanqueo de capitales.

La Santa Sede no forma parte de la "lista blanca” de países virtuosos que elabora Moneyval, la división del Consejo de Europa encargada de valorar los sistemas contra el blanqueo de dinero de los países. El cardenal Carlo Martini afirmaba el 30 de octubre pasado una gran verdad: "cuando en la Iglesia entra la lógica del poder y del lucro se producen hemorragias debilitantes”.