El afamado consultor político sanjuanino Maximiliano Aguiar entregó un dato estremecedor días atrás en una entrevista radial: "Para las PASO, el 30 por ciento de la gente decidió su voto a última hora", dijo. "Ese porcentaje es el más alto desde que nosotros hacemos mediciones", agregó. El número es aterrador porque limita casi hasta la aniquilación la capacidad de predecir qué ocurrirá y, a su vez, suprime la elaboración de estrategias a la suerte, un impredecible imposible de manipular. Un gesto, un error en redes, un tropezón, un viento Zonda, un temblor, un mal día del votante, cualquier evento individual o colectivo juega mucho más que en otras elecciones. ¿Por qué ocurre eso? la pandemia, el cansancio, la economía, la falta de propuestas, la violencia, en realidad nadie sabe muy bien por qué, pero está pasando o al menos ocurrió en las primarias. Conociendo ese contexto, que será muy importante si se repite el 14 de noviembre, esta semana por fin la campaña se movió algunos centímetros. Marcelo Arancibia, candidato de Consenso Ischigualasto, cuestionó formalmente que Enrique Conti, vocal del Tribunal de Cuentas, haya hecho campaña cuando su cargo no se lo permite. Eso se venía hablando desde la presentación del frente Juntos por el Cambio, donde también estuvo el bloquista disidente (NdR: bloquista porque aún el partido de la estrella no lo echa formalmente). En rigor de la verdad, hay cientos de fotos que muestran a Conti haciendo campaña. Es más, parece que el exintendente nunca tuvo intención de ocultarse. Efectivamente, como plantea Arancibia, Conti no puede hacer lo que estuvo haciendo. Y efectivamente, como planteó la diputada Nancy Picón en la Cámara de Diputados, hay una evidente jugada política del candidato de Consenso que el oficialismo, también de manera legítima, intenta aprovechar. Es un juego triple bien planteado que se resuelve con más estrategia, no con enojos ni con silencio, que es lo que ocurrió dentro de Juntos por el Cambio.
Es una locura sin argumentación válida que los candidatos, los diputados y todos quienes conforman Juntos en San Juan no hayan elaborado un discurso para defender a Conti o defenderse entre sí de los ataques que iban a recibir. Es simple: Arancibia tiene razón, todos lo saben, por tanto había que cortar el tema el primer día. Si no se puede sacrificar a Conti, que es lo que debieron hacer, hay que tratar de que el debate sea lo menos dañino y duradero que se pueda, y para eso el silencio no ayuda. Tampoco ayudan respuestas como las que dio el diputado provincial y candidato a legislador nacional Enzo Cornejo en una entrevista con el periodista Leonardo Domínguez. Cornejo, haciendo gala de una falta de conocimiento que llama la atención para un diputado, dijo que la presentación debió hacerse en la Justicia ordinaria y no en la Cámara de Diputados. Y, por si eso no le era suficiente para ponernos a todos en autos sobre su capacidad, también dijo que la nota debió pasar "a sus antecedentes". Primero, no hay delito posible para que Arancibia se presentará en la Justicia. Segundo, la Cámara tiene la obligación de enviar cualquier sospecha que les llegue al organismo que corresponde, en este caso el Jurado de Enjuiciamiento, que es lo que se hizo.
Saliendo un poco del tema Arancibia-Conti, en algún momento la oposición, o específicamente los adherentes al PRO, deberán hacer una fuerte autocrítica por la baja calidad de dirigentes que entregaron a los sanjuaninos. La historia los condena. Cornejo, Eduardo Cáceres, Gimena Martinazzo, son los nombres que más sonaron en la comunidad en los últimos meses respecto del PRO. Todos por cuestiones negativas, por denuncias, por sospechas de haberse quedado con dinero de otros, por rivalidades. Mugre por todas partes. La defensa que encaró Cáceres tras la denuncia de Martinazzo es claro ejemplo de la personalidad de baja estofa del legislador nacional. Cáceres denigró a Martinazzo en esos escritos. Los términos que usó el legislador en esa presentación deberían ser revisados por un profesional de la psicología. En Tribunales saben que no miento. Es lo más bajo que vi en mucho años de experiencia periodística, incluso haciendo Policiales alguna vez. Del otro lado y por otro tema, a Martinazzo la acusan de quedarse con plata. Y lo mismo habría hecho Cornejo. Nadie sabe cómo manejan esos dineros porque no hay balances. Todo enmarañado, nada honesto, todo sucio. Obviamente le hacen el juego al Gobierno que, legítimamente, aprovecha la situación cada vez que puede. No hay relación entre la política que hacen estos tres personajes en San Juan a lo que se ve a nivel nacional del PRO. Al menos en los medios no trasciende nada similar al desastre del PRO en esta provincia. Me llama la atención que aún estos tres sigan haciendo política. Entiendo a Marcelo Orrego, que los tiene que bancar por su alineación nacional, pero en algún momento alguien debería hacer un balance y expulsar de la política a personajes payasescos como éstos. Cornejo no puede ser candidato. Y, sí, hay que decirlo: Fabián Martín siempre tuvo la razón, porque la diputada Picón es mucho más dirigente que Cornejo y, quizás, que Susana Laciar, quién también escondió la cabeza en el suelo tras la presentación de Arancibia. Picón dio una clase de política en la Legislatura al defender la posición de Juntos por el Cambio, Cornejo ni siquiera estuvo en la reunión de Labor Parlamentaria donde se discutió el tema. Ojalá alguna vez gane la pulseada interna del PRO el mejor candidato y no el que trae la plata de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, que es lo que ocurrió con Cornejo. Para colmo, con pérdidas en el camino.
Volviendo al fondo del debate, es de esperar que el tema vaya apagándose de a poco. De igual forma hay que ver qué hará el Jurado de Enjuiciamiento porque ya se sabe que el Tribunal de Cuentas no puede hacer nada. Su presidente, el eterno Isaac Abecasis, dijo que ese organismo no tiene poder sancionatorio contra sus miembros, que todo debe resolverse en el Jurado de Enjuiciamiento o en la Justicia ordinaria, si se tratara de un delito, que no es el caso. Claro, más allá de que su respuesta está atada a realidad, también es cierto que le queda cómoda, ya que el Tribunal de Cuentas goza de una individualidad que le permite haberse convertido en otra agencia de colocación de familiares, como ya ocurrió (y ocurre) con el Poder Judicial de San Juan. Conti tiene al menos un pariente en ese organismo, sin ir más lejos. Y habría que hurgar en el resto de los nombres. Todas cosas que la política podría cambiar, pero prefiere no hacerlo. Una lástima.